Al ver la viñeta de El Roto en El País de hoy, se me ha venido a la cabeza el comienzo de un artículo que escribió hace ya bastantes años Jesús Ibáñez, uno de los sociólogos imprescindibles en este país. El artículo, "Nada para el pueblo, pero sin el pueblo", se publicó en la ya desaparecida y querida revista Archipiélago (nº 9: La ilusión democrática, 1992):
"La avalancha de productos 'sin' ha acabado arramblando también con la democracia. Café sin cafeína, tabaco sin nicotina, cerveza sin alcohol, leche sin crema...; socialismo sin marx, comunismo sin lenin... Y ahora, democracia sin 'demos'. Cuando le quiten la 'cracia', que ya se la están quitando, quedaría tal -que diría el finado Zorro- 'como un cuchillo sin mango al que le quitan la hoja'."
viernes, 17 de diciembre de 2010
martes, 14 de diciembre de 2010
El asalto a la educación pública
El historiador Josep Fontana escribe hoy en Público un interesantísimo artículo sobre "el actual desguace del Estado del bienestar" y "el asalto a la educación pública" en algunos de los países más influyentes del mundo actual. En Gran Bretaña e Italia, por ejemplo, se han aprobado medidas como la eliminación y reducción del gasto en investigación y universidades, así como una espectacular subida de las tasas universitarias. En Chile, se ha llevado a cabo una reducción de las horas de Geografía, Historia y Ciencias Sociales en primaria y en secundaria, sumado a una minusvalorización de las Humanidades en la universidad. En los Estados Unidos, además de la reducción del gasto en las escuelas públicas como meta prioritaria, se está lanzando un duro ataque a los profesores y escuelas que defienden una enseñanza independiente y crítica: despidos, amenazas, censura de libros que se consideran peligrosos, control de lecturas y lectores en las bibliotecas públicas.
El profesor Fontana ha insistido mucho en que la memoria del historiador es una memoria de relación, no de hechos. Hay que ver, pues, todas estas actuaciones como un fenómeno global y no como algo aislado. En los países señalados y en otros muchos, además del recorte de gasto público en educación, se está arrinconando al pensamiento crítico y "la tendencia, tanto en la escuela como en la universidad, apunta en la dirección de limitarse a ofrecer una formación que se dedique a preparar para el ingreso inmediato en la empresa". Estos dos tipos de medidas (menos gasto público y menos pensamiento crítico) están más relacionados de lo que parece a simple vista y los recortes sociales -entre ellos los de educación- pueden verse como un campo más de la lucha de clases. Constituyen un claro ataque a las clases populares, negándoles el derecho a unos espacios bien dotados y atractivos, a una educación rigurosa y democrática que ayude a pensar de forma crítica los grandes temas y conflictos de la sociedad en la que se vive. Se les está ofreciendo una educación al servicio del capital y no una educación emancipadora.
(Sobre el arrinconamiento de las humanidades y del pensamiento crítico, al hilo del libro de la filósofa Martha C. Nussbaun que cita J. Fontana en su artículo, Sin fines de lucro, podeis leer el siguiente enlace)
El profesor Fontana ha insistido mucho en que la memoria del historiador es una memoria de relación, no de hechos. Hay que ver, pues, todas estas actuaciones como un fenómeno global y no como algo aislado. En los países señalados y en otros muchos, además del recorte de gasto público en educación, se está arrinconando al pensamiento crítico y "la tendencia, tanto en la escuela como en la universidad, apunta en la dirección de limitarse a ofrecer una formación que se dedique a preparar para el ingreso inmediato en la empresa". Estos dos tipos de medidas (menos gasto público y menos pensamiento crítico) están más relacionados de lo que parece a simple vista y los recortes sociales -entre ellos los de educación- pueden verse como un campo más de la lucha de clases. Constituyen un claro ataque a las clases populares, negándoles el derecho a unos espacios bien dotados y atractivos, a una educación rigurosa y democrática que ayude a pensar de forma crítica los grandes temas y conflictos de la sociedad en la que se vive. Se les está ofreciendo una educación al servicio del capital y no una educación emancipadora.
(Sobre el arrinconamiento de las humanidades y del pensamiento crítico, al hilo del libro de la filósofa Martha C. Nussbaun que cita J. Fontana en su artículo, Sin fines de lucro, podeis leer el siguiente enlace)
sábado, 4 de diciembre de 2010
¿Para qué sirven las prisiones?
I.
64.600: número de presos en España.
II.
"Es cierto que España está a la cabeza de los países de nuestro entorno en población reclusa pese a tener una tasa de criminalidad baja. Esta paradoja es el resultado de que nuestras leyes son severas y de que las condenas se cumplen íntegras. Sin embargo, la sociedad española cree erróneamente que las leyes son poco duras y que los presos salen a la calle sin cumplir sus penas. Eso explica esa continua demanda social al legislador para que endurezca las leyes en una dinámica perversa en la que lo único que parece preocupar a la gente es que una persona cumpla la condena que le han impuesto y no si va a volver a reincidir cuando salga a la calle. Se ha olvidado que el objetivo de la cárcel es reinsertar, y no la venganza". Mercedes Gallizo, Secretaria General de Instituciones Penitenciarias (entrevista completa en Público).
III.
El presidente del PP, Mariano Rajoy, ha prometido a los padres de Marta del Castillo que si llega a ser presidente del Gobierno realizará una modificación del Código Penal que incluya la Prisión Permanente Revisable.
IV.
Otra promesa de Mariano Rajoy: llevar al Congreso el endurecimiento de la Ley del Menor.
V.
1886. El geógrafo y príncipe anarquista Piotr Korpotkin sale de la cárcel de Clairvaux. Su paso por diferentes prisiones de Rusia y Francia le impulsa a escribir Las prisiones para intentar dar respuesta a las siguientes cuestiones: "¿Es justa la muerte, es justo el presidio? ¿Se consigue con ellos el doble fin que trátase de obtener: impedir que se repita el acto antisocial y tornar mejor al hombre que se hiciera culpable de un acto de violencia contra su semejante? Y, para concluir, ¿qué significa la palabra culpable, con tanta frecuencia empleada, sin que hasta la fecha se haya intentado decir en qué consiste la culpabilidad?"
El resultado es una crítica demoledora a la pena de muerte y al sistema carcelario, así como una apuesta decidida por la abolición de las prisiones. En sus páginas finales, Kropotkin escribe:
"La prisión no impide que los actos antisociales se produzcan; por el contrario, aumenta su número. No mejora a los que van a parar a ella. Refórmesela tanto como se quiera, siempre será una privación de libertad, un medio ficticio como el convento, que torna al prisionero cada vez menos propio para la vida en sociedad. No consigue lo que se propone. Mancha a la sociedad. Debe desaparecer.
Es un resto de barbarie, con mezcla de filantropismo jesuítico; y el primer deber de la Revolución será derribar las prisiones; esos monumentos de la hipocresía y de la vileza humana".
VI.
Una persona que pasó varios años en prisión me cuenta: Si tienes suerte, una vez que estás fuera tardas el mismo tiempo que has pasado dentro para comenzar de nuevo a vivir con dignidad. Cuando estás en la cárcel, te das cuenta que la mayoría de los que salen vuelven a entrar al poco tiempo de salir. Ya no saben vivir en libertad.
VII.
Para responder a la pregunta que da título al capítulo, Álvarez-Uría y Varela se sirven de algunas de las investigaciones más representativas y lúcidas acerca del universo carcelario: desde los trabajos pioneros de Alexis de Tocqueville en la primera mitad del siglo XIX, pasando por las investigaciones de George Rusche y Otto Kirchheimer, Erving Goffman y Michel Foucault, hasta los más recientes de Louk Hulsman y Loïc Wacquant. Éste último, profesor de sociología en la Universidad de Berkeley, en su libro Las cárceles de la miseria vincula las políticas neoliberales de mercantilización del trabajo y desmantelamiento del Estado social con el refuerzo del Estado penal. Wacquant muestra en su estudio el incremento continuo de la población reclusa en los Estados Unidos durante los últimos veinte años, especialmente de jóvenes negros e hispanos.
"Las prisiones -concluyen Álvarez-Uría y Varela-, más allá de su terrible pesadez y del temor real e imaginario que engendran, son, a pesar de su aparente inmovilismo, la expresión misma de la violencia estatal desplegada en el tiempo y en el espacio en nombre de la racionalidad y de la seguridad. Su simple existencia es en la actualidad la más clara expresión del fracaso de los proyectos de libertad y de igualdad" (...) "Las sociologías críticas del sistema penitenciario han contribuido a mostrar que, lejos de estar al servicio de la democracia, esos recintos cerrados, en dónde existen celdas de castigo, al igual que en las mazmorras del Antiguo Régimen, no sirven en realidad para combatir el delito pues los grandes delincuentes no van nunca a la cárcel y menos aún para reinsertar a los delincuentes, sirven en realidad para castigar la disidencia de los pobres, sacralizar la propiedad privada y perpetuar la ficción de que el orden capitalista es un orden conforme a derecho, por lo que el derecho instituido coincide con la justicia. Las cárceles de la miseria no sirven a la democracia sino a la perpetuación del capitalismo".
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