Dice el Señor Wert, ministro de Educación, Cultura y Deporte, que va a eliminar la asignatura de Educación para la ciudadanía y la va a sustituir por otra "cuyo temario esté libre de cuestiones controvertidas y susceptibles de adoctrinamiento ideológico". Respecto a la primera parte de su propuesta (evitar cuestiones controvertidas), tendría que eliminar también la Historia –por no mencionar otras materias–, pues además del conocimiento de los hechos históricos, el aspecto más formativo de la materia es precisamente el relacionado con temas que se prestan, además de al análisis, a la discusión razonada: pongamos por caso la guerra, la explotación, la libertad, la pobreza, el racismo, la democracia... y otros tantos temas que son jugosamente controvertidos, y que nos permiten relacionar las cuestiones del pasado con los problemas del presente.
Con la segunda parte de su argumento sí que estoy de acuerdo: evitar el adoctrinamiento ideológico. Ya lo decía con claridad el querido pedagogo anarquista Joan Puig Elías en los años treinta del pasado siglo: “Nosotros éramos la excepción de la regla, porque si los católicos querían hacer católicos y los socialistas, socialistas, los anarquistas no quieren hacer anarquistas, lo que nos proponemos es hacer hombres”. Señor Wert, si lo que quiere es evitar el adoctrinamiento ideológico en la enseñanza, lo que de verdad debería hacer es proponer la desaparición de la asignatura de religión en los centros públicos. Le recuerdo que es ahí donde se adoctrina sin cortapisa.
Por cierto, en el instituto en el que trabajo, los estudiantes de 3º de ESO (15 años) reciben dos horas semanales de religión (o alternativa para los que no la eligen) y una hora de educación para la ciudadanía.
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