Ando enfrascado estos días en la monumental obra de historia que ha escrito Josep Fontana y que le ha llevado sus últimos quince años de investigación: Por el bien del Imperio. Una historia del mundo desde 1945, publicada por la editorial Pasado y Presente que dirige Gonzalo Pontón. Mientras con un ojo leo la última hora del gobierno español de recortar 10.000 millones de euros en sanidad y educación, con el otro leo las lúcidas reflexiones del profesor Fontana:
"El 8 de noviembre de 1954 un Eisenhower que había llegado a la presidencia apoyado por el Partido Republicano y que se proponía hacer marcha atrás en los avances de centralización estatal que los demócratas habían establecido en las dos décadas precedentes, advertía a su hermano Edgar, en una carta confidencial: 'Si algún partido político intentase abolir la seguridad social, el seguro de desempleo, y eliminar las leyes del trabajo y los programas agrarios, no volverías a oír hablar nunca más de este partido en nuestra historia política. Por supuesto que hay un minúsculo grupo que supone que se pueden hacer estas cosas. Entre ellos H. L. Hunt (...), otros pocos petroleros millonarios de Texas y algún político o algún hombre de negocios ocasional de otras áreas. Pero su número es desdeñable y son estúpidos'.
¿Cómo explicar que lo que un presidente republicano consideraba aberrante en 1954 haya acabado siendo normal en 2011? Parece claro que mientras existió la amenaza del comunismo como un modelo alternativo que pretendía ofrecer mayores cotas de igualdad y bienestar al conjunto de la población, había que competir con él en este terreno, y esta necesidad hizo posibles algunas conquistas sociales" [página 20]
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