sábado, 10 de abril de 2010

Agricultura, ecología, anarquismo y escuela.

1. Los anarquistas siempre han mostrado una honda preocupación por el mundo rural, por la tierra, por el campesinado. A diferencia de otros movimientos de resistencia, como el marxismo, los anarquistas sí vieron a los campesinos como agentes del cambio social. Es posiblemente una de las razones por las que el ideal libertario prendió con gran fuerza entre los campesinos de Andalucía y de otras muchas partes de España.

2. Cuando hoy día se producen debates en torno a la actualidad del anarquismo como cultura de resistencia es frecuente escuchar la pregunta ¿Qué ha quedado de todo aquel vasto movimiento anarquista de finales del siglo XIX y del primer tercio del siglo XX? Pienso que muchos de aquellos valores y de aquellas prácticas están hoy presentes en el movimiento ecologista: naturismo, apoyo mutuo, preocupación por la tierra, rechazo del consumismo exacerbado, asamblearismo, horizontalidad, internacionalismo, crítica de la democracia formal... Gracia Ventura, anarquista y mujer libre, escribió: "Muchos movimientos de hoy día me recuerdan mis años de juventud con sus reivindicaciones... Cada generación deja siempre su semilla, que las generaciones venideras recogerán sin saber de dónde viene y reivindicarán como propia. Creo que los hitoriadores llaman a esto 'memoria histórica'."

3. Preocupación por la tierra y ecologismo. Preocupación por la salud personal, social y del planeta. Agricultura y ecología. Agroecología. En la actualidad, me parece que es en los movimientos sociales que giran en torno a estas palabras donde se encuentran muchos de esos valores y de esas prácticas anarquistas de antaño. El ideal libertario sigue, pues, vivo y con mucha fuerza.

4. Piotr Kropotkin publicó en 1899 Campos, fábricas y talleres, un documentado libro donde el príncipe anarquista aboga con entusiasmo y razones más que fundadas por la descentralización de la industria, el desarrollo de una agricultura racional, la integración equilibrada de agricultura e industria, de la vida rural y urbana, de la autosuficiencia local y regional: "El volver a un estado de cosas en que se siembre el trigo y se fabriquen géneros para el uso de los mismos que lo cultivan y producen, es, indudablemente, el problema que habrá de resolverse. Cada región vendrá a ser su propia productora y consumidora de los productos agrícolas".

5. ¿Y la escuela? Kropotkin apostaba por la integración individual y local del trabajo, es decir, nada de especializaciones regionales para determinadas actividades económicas y nada de especializaciones laborales para los individuos. Una sociedad libre es aquella que puede producir para su consumo tanto los productos primarios como los manufacturados y donde cada individuo reparte sus esfuerzos entre el campo, el taller y las ideas. Para ello resultaba imprescindible un cambio pedagógico en la sociedad que fomentara una nueva educación integral capaz de preparar a los individuos en las tareas físicas y mentales, en el trabajo manual e intelectual, que fuera teórica y práctica a un mismo tiempo. Una educación que mirara de una manera especial al campo y los alimentos. "Nosotros, gentes civilizadas, lo sabemos todo; de todo tenemos opiniones formadas; en todo nos interesamos: lo que únicamente no sabemos es de dónde viene el pan que comemos (a pesar de que pretendemos no ignorarlo), cómo se cría, qué trabajo cuesta el producirlo, qué se ha hecho para aliviar ese trabajo y qué clase de hombre son esos que se encargan de alimentarnos... Sobre este punto somos más ignorantes que los salvajes, y evitamos que nuestros hijos adquieran esa clase de conocimientos, aún aquéllos que lo preferirían al fárrago de cosas inútiles con que los agobian en la escuela".



[Las dos citas de Kropotkin las he tomado de la edición de Júcar, Madrid, 1978; páginas 35 y 95]

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