miércoles, 21 de abril de 2010

Diario de Barcelona (IV): entrevista con Pere Solà

El historiador Pere Solà (Universitat Autònoma de Barcelona) es un experto conocedor de las escuelas racionalistas en Cataluña, así como de la figura y obra de Ferrer i Guàrdia. En las próximas semanas, estará en las librerías su último trabajo sobre la pedagogía libertaria. Tomamos un café con él en el Ateneu Barcelonès para conversar sobre educación, democracia y movimiento libertario.

          Yo lo que veo, por lo menos aquí en Cataluña, en la Universidad, es que en los últimos tiempos hay más grupos que se interesan por estas cuestiones. Yo creo que esto hace como 15 ó 20 años, yo he sido invitado a ir a diferentes lugares de Andalucía, a dar charlas, y allí había grupos libertarios preocupados por estas cuestiones; en cambio aquí no había. Ahora, sin embargo, en los últimos años se da todo un revival. Pienso que la principal razón sería que las condiciones objetivas seguramente hacen que los temas libertarios estén en el aire y la gente capta. Hay una gran desilusión respecto al funcionamiento de las instituciones democráticas. Hay una valoración nueva de otros canales de participación democrática, una democracia más directa.
          Por otro lado, el colapso, la disolución de la ideología comunista de estado, ha llevado quizá a que muchos jóvenes se acerquen a los planteamientos libertarios, pero de un modo poco organizado y sistemático. Una de las cosas que se echa de menos es un mayor sentido de organización y continuidad. El año pasado hubo aquí una movilización importante contra el plan de reforma educativa, de convergencia europea, el plan Bolonia. Yo participé en una  activísima plataforma de personal universitario en sintonía con los estudiantes. Y este año da la impresión de que no hubiese pasado absolutamente nada, hay una gran tranquilidad.

La Semana Trágica, la muerte de Ferrer i Guàrdia y la memoria histórica.

          Otra cosa que hubo en Barcelona este año es la organización de muchos actos referentes a la Semana Trágica. El debate sobre el centenario de la muerte de Ferrer ha quedado, sin embargo, bastante soterrado; aquí en Barcelona ha habido un poco de polémica. Una historiadora mantuvo en una revista de la Federación de Asociaciones de Vecinos la tesis de que Ferrer i Guardia era un intelectual de poca monta que copiaba y que además era una especie de conspirador petardista, así sin más; además decía, siguiendo un poco las tesis de esta historiadora americana que, en ese sentido iba bastante desenfocada, de Connelly Ullman, decía que solamente hacía copiar planteamientos de fuera, que no tenía originalidad.
          Y a esto repliqué con un artículo destacando la importancia enorme que ha tenido Ferrer, tanto simbólica como de referente del movimiento obrero en Cataluña, en España y en América Latina. Pero la verdad es que no habido mucha más repercusión… ni siquiera la Semana Trágica. Ha habido celebraciones, pero el debate sobre el papel jugado por las grandes instituciones, la monarquía, la iglesia, el ejército… no ha existido. Donde ha habido un debate interesante también ha sido en el pueblo natal de Ferrer, Alella, porque el Ayuntamiento por primera vez después de la muerte de Franco se ha planteado una rehabilitación formal de Ferrer, haciéndolo hijo adoptivo de la ciudad, y ha habido todo un movimiento, una acción popular al respecto, han participado escuelas, grupos de teatro locales… y esta medida suscitó también una oposición soterrada de cierta entidad, hasta el punto de que los grupos de la oposición han conseguido, por defectos de forma, posponer el nombramiento.
          Es verdad que son cosas simbólicas, pero que tienen su importancia; hay cosas que son muy reveladoras, aquí al lado, en la Via Laietana, frente a la Caixa, hay un monumento al banquero y político Cambó, que fue uno de los que financió el alzamiento nacional. Y en cambio el monumento a Ferrer i Guàrdia, que es otro símbolo de Cataluña, está en el extrarradio. Es curioso como en historia, los mitos y contramitos y otros prejuicios se convierten muchas veces en intemporales. Yo creo que a nivel español hay un motivo por no remover el tema Ferrer, el motivo por el cual se dice que no tiene sentido rehacer la memoria histórica, de que no vale la pena desenterrar viejos odios, que lo pasado pasado está… Y es que claro el caso Ferrer i Guàrdia es un caso clarísimo de un funcionamiento deficiente del Estado y de sus instituciones. Y es curioso como muchos académicos ahora siguen identificándose con el discurso más rancio y conservador de 1909. Yo creo que sí, que el debate cuesta… El debate sobre este tema, sobre la Escuela Moderna, no se hizo en 2001, que era cuando empezaba a tocar. Hubo poquísimos intelectuales en Barcelona que se manifestaran aquí; alguna excepción importante fue la del columnista de El País Haro Tecglen.

Próximo libro sobre la pedagogía libertaria.

          Sí, recapitulo una serie de cosas y luego intento también dialogar con esta corriente revisionista que echa tierra a la originalidad pedagógica de Ferrer y en cambio magnifica una personalidad digamos revolucionaria, pero interpretado de una forma muy negativa, como si Ferrer fuera la personificación del espíritu destructivo. La única ideología de Ferrer, se dice en este discurso, es la ideología de la destrucción. Sin tener en cuenta la evidencia de la realidad, sin contar que sin duda fue un elemento importante en la construcción de lo que ha sido la teoría y la práctica de  educación para la libertad.
          La otra cosa que interesa también es que su orientación no era una orientación desligada de los planteamientos populares obreros, sino que estaba muy vinculada a ellos, es decir, desmontar la tesis de Connelly Ullman, de este artículo en el que dice que estaba desligado de la clase obrera, que eran escuelas de elite. Sin embargo, quienes han aprovechado y siguen aprovechando más estos planteamientos son las ideologías más democráticas de participación, de acción directa, que cuestionan más el autoritarismo y el capitalismo. Me interesa situar o dimensionar esta praxis de los años diez y veinte de los sindicatos y ver lo que se hace en la actualidad.

Escuela oficial, escuela libertaria, desescolarización.

          Hay estos dos planteamientos, esta dicotomía, aprovechar la institución o dinamitarla, o usarla como una tercera vía, pero no como algo único. Ahora, también es curioso que algunos de los que después se inspiran en Ferrer, como los revolucionarios mexicanos, tienen un planteamiento muy estatista, algo así como un racionalismo educativo desde el Estado, manteniendo por ejemplo el anticlericalismo. Pero lo que no hay en esta tradición racionalista más ligada al anarcosindicalismo es una contestación de la escuela, no se discute que la institución escolar sea útil. Se da por sentado que lo es en sus formulaciones actuales, sin entrar en su carácter cerrado y tendencialmente burocrático, como un “aparato ideológico de estado”. No veo que haya una línea crítica al respecto.
          Yo creo que esta contestación llega más tarde, yo diría que sobre todo a partir de la crítica que se hace de la escuela de masas, después de la Segunda Guerra Mundial. Esta línea más crítica desescolarizadora y que comporta un reencuentro de autores como Neill, que ya hacía 30 ó 40 años que estaba haciendo cosas, desde los años 20 Summerhill ya funcionaba, pero hasta los 60 no adquieren una notoriedad estas críticas.
          Para empezar, un proyecto de escuela liberadora, racional, sólo tiene sentido en un marco de un proyecto más general, económico, político, ecológico. Y en el marco de un planteamiento de una profundización democrática, de que hay que ir más allá de los marcos institucionales. Buscar otras formas de democracia. Y esto es lo difícil. Yo no creo que sea fácil cambiar cosas, se puede, se debe cambiar a la gente… Yo no soy maximalista en este sentido, yo creo que desde la escuela se puede trabajar, no comparto las teorías esas de que el destino del profesor liberador y consciente sea hacerse el harakiri. Pero no es fácil trabajar. Es muy fácil hacer teoría, pero es difícil marcar líneas concretas porque sobre todo hay mucha discontinuidad en la gente que se mueve.

El arte, la ciencia y la pedagogía. Provocación y ejemplo.

          Lo que constato es que ha habido unos cambios muy importantes en la sensibilidad, en las relaciones colectivas; hay mucho menos sentido de la acción colectiva y mucho más individualismo, unido seguramente a una autoafirmación de la gente, de los jóvenes, que están más seguros, más informados, muy individualistas también. Y claro es difícil una acción colectiva. La acción colectiva que se puede hacer, o la acción en un sentido liberador, sin duda tiene que ser una acción más que de masas, una acción ejemplar, así como provocadora, en donde se combine el arte, la ciencia y la pedagogía. Yo creo que el arte sirve mucho para esto, por ejemplo el cine, películas que te hacen pensar, que son auténticos revulsivos mentales.
         No hay soluciones mágicas. Yo si una cosa no soy es pesimista. Creo que se puede actuar tanto a nivel intelectual como a nivel digamos más práctico en el día a día en las escuelas. De todos modos, digamos el nivel del debate hoy día no es muy alto. En este aspecto de aprovechar el arte, la pintura, la música, para hacer ver las contradicciones del sistema. No hay mucha masa crítica. Echas de menos más gente que incida, que critique, que proponga cambios… Hay una atmósfera de gran conformismo, propiciado muchas veces desde los medios de comunicación. Es el modelo de “gran consenso” de los mass media, que tan bien analiza Chomsky para América.

Pasado, presente y futuro.

          Muchas de las medidas que se están implantando en los centros educativos públicos pienso que son medidas liberticidas. Por ejemplo, esa idea de que hace falta una dirección profesionalizada, este mito de la calidad de la enseñanza, de que con más burocracia se van a arreglar muchos de los problemas. Pero es que te topas con un público que de entrada está dispuesto a creerse estas cosas.
          Hay mucho trabajo por hacer. Lo primero que hay que hacer es rescatar las experiencias del pasado, una de las experiencias más importantes educativamente hablando fue la del plan de Escuela Nueva Unificada de 1936, un plan de educación integral que preveía un sistema igualitario. Es un modelo que incluso ahora es válido, con sus defectos, ahora que se habla de recuperar la enseñanza profesional, que ha sido un fracaso, que se habla de rescatar a los que fracasan…
          Había que hacer una línea editorial de folletos que rescatara a tantos educadores libertarios como ha habido: Mella, Casasola, Torres Tribó, Sánchez Rosa, Redondo, Tapia, etc. Y no temer la discusión, es decir, del debate se hace la luz; lo que no puede ser es mitificar líneas. Aquí en Cataluña se está avanzando un poco en el sentido de la memoria histórica. [Posteriormente a esta charla, cuando reviso lo que dije en ella, constato que en una sola semana en Barcelona, y promovidos por la Fundación que lleva el nombre del fundador de la Escuela Moderna y otras entidades barcelonesas, en cuanto a Ferrer i Guàrdia, se ha dado el nombre de una calle, puesto una placa donde estuvo la Escuela Moderna y celebrado un acto institucional en la sede de la Generalitat].
          Y luego aprovechar efemérides para lanzar debates importantes, porque yo tengo la impresión de que no se ha hecho un gran debate sobre la Semana Trágica y sobre la muerte de Ferrer. Sería muy importante recuperar del olvido la experiencia del CENU y educadores libertarios del 36 como Puig Elías. Habría que ponerse de acuerdo con archivos provinciales de Girona, Lleida y hacer un acto, cuando menos, a nivel catalán. Y lo mismo a nivel español. Hombre, es una vergüenza que gente como Puig Elías –que dirigió el CENU y fue adjunto de Instrucción, con el cenetista Segundo Blanco- no tenga ningún reconocimiento a nivel público ahora, gente que organizó la educación pública y los refugiados durante la guerra civil, que han caído casi totalmente en el olvido.


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