Mis estudiantes de 2º de Bachillerato de Historia de España muestran un claro rechazo a una dinámica de clase que se apoye únicamente en el libro de texto: "Se aprende menos leyendo el libro de texto y realizando las actividades que vienen en el libro"; "No veo provechosas las clases ceñidas al libro, me parecen aburridas y creo que se pierde mucho interés"; "Aprendo menos y peor con el libro de texto ya que lo memorizo todo y en poco tiempo lo olvido". Estas son algunas de las frases que me han escrito en unas cuestiones iniciales que les hago al comenzar el curso.
Sus largos años de escolarización les han enseñado una dinámica rutinaria de la enseñanza de la historia que se apoya esencialmente en la lectura del libro de texto en clase, el subrayado, la realización de las actividades de ese libro de texto, la memorización en casa y la realización del examen después de cada tema.
Frente a esa dinámica, ellas (las chicas representan más del 60%) y ellos prefieren clases donde desempeñen un papel más activo, con debates e intercambio de ideas y opiniones, con trabajos, con documentales y películas "con las que me es más fácil imaginarme, entender y comprender cómo era la época y la situación", con salidas fuera del instituto y con explicaciones "que sean como historias que nos hagan meternos en el papel".
En este sentido, recuerdo una entrevista al historiador Josep Fontana en la que comentaba que la memoria del historiador no es una memoria de fechas, sino una memoria de relación y que toda ciencia y saber –desde la historia a la paleontología– al final lo que hace es explicar una historia, contar y narrar una historia a la gente. No podemos abrumar a los jóvenes estudiantes de historia con fechas y más fechas, con multitud de conceptos analíticos y teorías. Hay que hacer un esfuerzo por construir un relato que pueda despertar su interés y su mente.
Cada comienzo de curso sifnifica para estudiantes y profesores una nueva aventura. La nuestra recorrerá una buena parte de la historia de España y, parafraseando a Benito Pérez Galdós en su novela Trafalgar: "De todo esto diré alguna cosa, si no os falta la paciencia. Mi relato no será tan bello como debiera, pero haré todo lo posible para que sea verdadero".
Estoy de acuerdo contigo en cuanto a lo aburrido que es para l@s alumn@s la rutina del libro de texto y las actividades...y también para l@s profes...aunque cuesta hacer entender a algunos/as que las clases de historia o de geografía son algo más que un sucesión interminable y aburrida de fechas o de datos numéricos...el problema: el 2º de bachillerato en este modelo educativo bsado en la preparación de un examen: la "selectividad" que, en mi opinión, no debería existir. ¿Qué opinas?
ResponderEliminarCoincido contigo en que la selectividad no debería existir. Es una losa pesada que frena más que ayuda en la dinámica del curso. Me niego a convertirme en un preparador del examen de selectividad, pero al mismo tiempo tengo que preparar lo mejor que pueda a los estudiantes para que superen bien esa prueba. No queda otra que buscar un equilibrio y encontrar grietas por donde escapar: lecturas, charlas, debates, visitas... que probablemente no contribuyan a la nota de la selectividad, pero que hacen que la historia sea una materia más interesante y formativa tanto para los estudiantes como para los profesores.
ResponderEliminarNo podría estar más de acuerdo con todo lo que explicas. Mi hijo cursó 2º de bachillerato el año pasado y acabó el curso muy desmotivado, precisamente por la razón que expones: todo el bachillerato estaba encaminado en preparar para unas pruebas que no deberían ni existir, no había tiempo ni para la creatividad ni para salidas...
ResponderEliminar¡Qué suerte que tienen tus alumnos con un profesor que los escucha!