domingo, 9 de mayo de 2010

José Sánchez Rosa (III): la tradición cultural libertaria y el anarquismo del siglo XXI. Conversando con J.L. Gutiérrez Molina (2ª parte)

     Tanto en este libro sobre Sánchez Rosa como en otros de tus escritos planteas una cuestión que pienso que no ha recibido mucha atención en la historiografía, señalas que una de las causas profundas en la represión ejercida sobre el movimiento obrero anarquista está, más allá del control sobre las asociaciones que se van creando, el miedo a perder el control educativo, el miedo a esos maestros cercanos al anarquismo que difunden unas ideas consideradas como peligrosas. Esto se ve claramente el caso de la Mano Negra y en el propio Sánchez Rosa. ¿Por qué piensa tú que se olvida este aspecto? ¿Es por el dominio de corrientes de historiografía conservadora o de izquierda marxista que dan un peso mayor a lo económico o a lo político y dejan en un plano menor las cuestiones culturales?

     Yo creo que es por propio desconocimiento de la historia española. La pregunta que haces se puede responder de forma breve, pero también se puede responder de forma muy extensa. Uno de los problemas que ha tenido y que yo creo que sigue teniendo la historiografía española en general, siempre hay excepciones o elaboraciones mejores y peores, pero en general, es que no ha aceptado que para entender, por lo menos desde 1870, por poner una fecha, hasta 1950, para entender la historia social de este país hay que darle el papel que le corresponde al mundo anarquista. Es una cuestión de metodología casi básica que va a tener unas consecuencias bastante catastróficas en cuanto a los resultados de los trabajos que se realizan cuando se quiere obviar esa presencia. Yo no digo que se obvie el cien por cien por maldad, sino que en muchos casos este olvido viene por ignorancia de formación. La formación académica de este país pues es bastante deficiente, ha sido bastante sectaria, tanto en la época franquista como en la época democrática en base a una serie de condicionamientos de carácter político, del contexto de los estudios históricos, así como de la propia formación de los historiadores que, en un momento determinado, pues van a perder la referencia, porque efectivamente disminuye y prácticamente desaparece la referencia de ese hijo rojo y negro del que hablan algunos en la historia del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX español. Y no lo van a tener en cuenta, yo no digo que sea por maldad, por ese intento del que muchas veces se habla de ningunear, de quitar de en medio al anarquismo, que también lo hay.
     ¿Cuál es el problema de eso? Pues el problema es que después se van a encontrar ante una problemática y unos hechos que quieren analizar y que si no se tienen presente la importancia del anarquismo, pues les va a resultar difícilmente comprensibles. Un ejemplo de actualidad: difícilmente se podrán entender los problemas con los que nos estamos encontrando en la cuestión de la memoria histórica, tanto por parte de la derecha española como por parte de las fuerzas que se llaman de izquierda, si no se tiene presente que la dictadura franquista viene de un golpe de estado que desemboca en revolución y que termina convirtiéndose en una guerra. Es decir, mientras que desde los que analizan la propia memoria histórica no se tenga en claro que el conflicto de 1936 más que de guerra civil, como solemos hablar por una deformación todavía vigente de los planteamientos franquistas, fue una guerra social, donde hubo un enfrentamiento de modelos de sociedad, no único, ni siquiera en el lado de los sublevados, donde no es lo mismo el modelo de los conservadores y el de los propietarios ultrarreaccionarios que conspiran y apoyan para que el golpe evitase las reformas, que las aspiraciones de la Falange, de los requetés o de los propios militares, que al final son los que se quedan con el poder. Como exactamente igual no es lo mismo la defensa y ataque al golpe de estado hasta hacerlo fracasar como la perspectiva que pudieran tener los republicanos de Azaña o de Martínez Barrios o de Casares Quiroga o de Barriobero… con las de los socialistas obreros, los comunistas o los anarcosindicalistas. Pero, sin entrar en esos matices, no es que los españoles tengan un gen que les lleva a pelearse entre ellos desde 1808, sino que lo que hay en realidad es una confrontación de modelos de sociedad, es una guerra social. Modelos de sociedad que son distintos, podemos matizarlo: el modelo de sociedad democrática-reformista-republicana, el modelo estalinista de ciertos sectores del socialismo y del partido comunista o el modelo de comunismo libertario a partir de las fuerzas nucleadas en torno al anarcosindicalismo. Pero eso sería básico para entender porque hoy día hay tanta resistencia a que se lleve una auténtica política por la administración de asunción de responsabilidades tan básicas para un estado democrático como que no existieran desaparecidos; o como que existiera un registro que diera satisfacción a las demandas de los ciudadanos. ¿Por qué la derecha se niega y por qué las izquierdas se muestran tan pacatas a la hora de afrontar este hecho? Porque tanto unos como otros reconocen que en esa lucha social quien venció lo hizo en el 36, en el 39 y siguió venciendo en el 75 a partir de la muerte de Franco. Por lo tanto, lo que se está planteando no es una guerra civil que todos lamentamos y donde todos fueron culpables, que esa es la envoltura creada por el franquismo y que han hecho suya muchos demócratas y muchos izquierdistas, sino que estamos tocando una herida que está planteando algo más allá que el de una guerra civil genética o algo más allá que una guerra antifascista de defensa de la democracia, en la cual el fascismo no sólo venció en el 39, sino que siguió perpetuándose en lo que ahora se llama la ruptura reformista. En definitiva significa que los que vencieron en el 39, vencieron en el 76 y siguen mandando hoy.
     Está muy bien que nos dediquemos a rescatar la memoria histórica, porque es indignante que en este país sigan existiendo desaparecidos civiles que no están inscritos, desaparecidos físicos… pero no estaría tampoco mal hacer un análisis de dónde procede la judicatura democrática, todos esos jueces y esos abogados, antes de que se vayan muriendo. Son jueces y abogados formados bajo el franquismo y a muchos de ellos nos los podemos encontrar como auditores o como participantes en los consejos de guerra del franquismo. Entonces se explicarían también muchas de las cosas que están pasando en el interior de la judicatura española. Es una cosa que podría hacer la universidad española si realmente fuera universidad que hiciera su verdadero papel en el mundo social. Pues ese problema que existe en la interpretación de la guerra civil y de la memoria histórica, y al no tener presente en el caso de la historia en general del siglo XX al anarquismo, pues es uno de los problemas que tiene la historiografía española.
     ¿Por qué la historiografía española no ha hecho hincapié cuando analiza el siglo XIX y el siglo XX no solamente al anarquismo sino también, como tú preguntabas, el caso de que la represión fuera no sólo hacia los obreros que además de asociarse lo que quieren es instruirse? Yo creo que analizar eso con mayor profundidad sería una de las razones que nos llevaría a entender esa guerra social de 1936. En este país, los sectores que siempre han mandado, quienes han controlado los resortes sociales, quienes han impuesto los valores éticos y morales, lo han hecho porque han vencido siempre, en algunos casos con mayor dificultad que en otros países. Ni Francia ni Italia, a pesar incluso de haber vivido una dictadura fascista en el caso italiano, o a pesar de haber vivido todas las revoluciones burguesas del siglo XIX en el caso francés, tuvieron que hacer frente a una auténtica revolución del cuarto estado, y no dentro de los modelos clásicos liberales, capitalistas, burgueses, o de estado comunista estatalista, sino sobre algo que también se escapaba de las manos como era una revolución inspirada en los valores libertarios con aportes consuetudinarios, por ejemplo las tradiciones locales del campesinado.
     En España, ese bloque de poder tenía muy claro, desde un primer momento, que tan peligroso era que el mundo obrero se organizara en esas asociaciones como que además estuvieran unidas al deseo de instrucción obrera. Unas asociaciones que venían además del extranjero y que podían generar muchos problemas dando una consistencia a las protestas que no habían tenido hasta entonces; no es lo mismo reprimir al furtivo o al incendiario que reprimir a un movimiento organizado de trabajadores que cada vez de una manera más organizada deciden utilizar la fuerza que les da el no trabajar para presionar al patrón o a las autoridades. Se dan cuenta de que, siendo eso bastante peligroso, y de ahí la resistencia que hay, tanto o más peligroso es que vaya unido a la búsqueda de instrucción, a dotar a todos los individuos de capacidad de raciocinio y capacidad de elección.
     En cierto sentido, es casi como nos encontramos ahora, pero con motivos diferentes, pero que al final termina siendo lo mismo, la ignorancia de una gran parte de la población. Antes se podía hablar de ignorancia formal, de analfabetismo y hoy podríamos hablar de una ignorancia por sobresaturación. Cuando tenemos mayor capacidad de información, cuando en principio y en teoría somos más libres para informarnos sobre algo, es cuando nos manipulan y nos comen la cabeza de la forma más fácil y burda, porque esa sobreinformación es capaz de abotargarte o de dejarte indefenso ante cualquier patraña. Yo no sé si será verdad o mentira, pero el ejemplo de la vacuna contra la gripe A puede ser un ejemplo claro de eso, como teniendo tantas informaciones, al final tú estás tan indefenso que no hay ninguna capacidad social, colectiva, de respuesta a lo que parece ha sido un gran negocio por parte de algunas empresas farmacéuticas y que hemos pagado entre todos, y que ni siquiera nos sirve para quitarnos el resfriado en estos meses de lluvia. Entonces, ellos se dan cuenta muy pronto porque se están encontrando que junto al militante obrero, ese obrero societario de los años 70 y 80 del siglo XIX, pues se van encontrando que existen obreros conscientes, no solamente de su represión laboral y vital, sino de la necesidad de salir de ella a través de la instrucción que te de capacidad para lo que hemos hablado antes de la aritmética, la gramática y el abogado de Sánchez Rosa. Entonces claro, la represión de estas personas va a ir pareja a la represión del movimiento obrero organizado.
     En España, no se acepta la existencia del societarismo y sindicalismo obrero hasta época bastante tardía, podríamos decir a partir de 1915, con el estallido de la Primera Guerra Mundial y cuando es ya la incontenible afiliación social. Si al siglo XX se le llama el siglo de las masas por el papel político y social que tiene la población, para bien y para mal, pues se ve inevitable que esas masas van a estar organizadas, no solamente en los partidos, sino también en los sindicatos. En el caso español, por los límites tan cortos del juego político va a ser a través del societarismo obrero donde se va a dar rienda a la oposición a ese mundo arcaico en muchos aspectos del capital español. Pues en ese primer período, que puede ir de 1870 a 1903-1904, el Estado, la patronal española, la administración, cada uno en su papel, van a aplicar digamos la política del exterminio, es decir, aquí no vamos a dejar desarrollarse ni las sociedades obreras, no vamos a dejar crecer ni siquiera la capacidad de poner en duda el control de los valores morales, depositados fundamentalmente en la Iglesia católica, y por supuesto, no vamos a dejar cuestionar las bases del sistema político existente, aunque fuera tan estrecho y tan corrupto como el sistema caciquil de la Restauración. En definitiva, eso es lo que van a llevar a cabo, una política de reacción que, al fin y al cabo, es lo que llevaron a cabo los golpistas del verano de 1936, una limpieza social que la reacción española había mantenido desde el siglo XIX, lo que ocurre es que había tenido diferentes fases.
     Evidentemente, a partir de 1903-1905, con los sucesos revolucionarios de Alcalá del Valle en la provincia de Cádiz y la aplicación de la pena de muerte y del garrote vil como se había aplicado con anterioridad ya no es tan admisible ni siquiera para la propia supervivencia del sistema como con anterioridad se había practicado. Tú has puesto como ejemplo los casos de las ejecuciones de maestros en los procesos de la Mano Negra y en el de Jerez de 1892, pero podríamos poner el ejemplo de los procesos de Montjuich, donde también hay muchos profesores y maestros que están implicados en ellos. Podemos poner como ejemplo la persecución y el destierro de esos maestros que intentan actuar en sus localidades y pueblos y que son detenidos y desterrados del pueblo, siendo enviados a América o las islas Polinesias, en los Mares del Sur, antes de que fueran vendidas a Alemania, donde fueron desterrados y murieron muchas de estas gentes. Es decir, ellos tienen muy claro que no solamente hay que atacar a la raíz laboral, sino también a la raíz instructiva, y lo llevan a cabo. Que los historiadores no lo tengan en cuenta es su problema, porque, bajo mi punto de vista, es un problema de competencia, de análisis del objeto histórico con el que están tratando. Quiero pensar que es más un problema de competencia que de honradez y que es un problema que no solamente ayudaría al conocimiento de la realidad histórica de estos 150 últimos años en España, sino que nos ayudaría a comprender muchos de los problemas actuales en temas que siguen teniendo una vigencia social y presencia política, y estamos viendo que inclusive judicial, como son todos esos aspectos que hemos llamado de la memoria histórica.

     En los propios diálogos de Sánchez Rosa se aprecia el desconocimiento e incluso el miedo que hay en buena parte de la sociedad hacia esas escuelas y como son consideradas un foco de peligro y subversión. Viene a recoger un poco todo eso que tú estás comentando…

     Claro, además ese es un tema que aparece mucho en las novelas ideales, esos folletones que sacaba la familia Montseny y que jugaban el papel que hoy juegan las telenovelas de la televisión, y que eran leídas con sus grandes tiradas de 40-50 mil ejemplares semanales. Eran novelas leídas con avidez. Ese tema, el miedo a la pareja anarquista que está en un pueblo, que ha montado una escuela, que al mismo tiempo participa en la sociedad obrera del pueblo y que va a sufrir la persecución, primero de las autoridades, después de la Iglesia y finalmente de las fuerzas directamente estatales y que terminará con la muerte de los dos o con la necesidad de irse del pueblo. Como todos los folletones, aunque el malo gane, al final tiene que tener su castigo, apareciendo una mano vengadora que mata al cura que ha violado a la maestra, o que mata al terrateniente que ha logrado que se haya expulsado, detenido o asesinado a la pareja de maestros… Son temas que estaban muy presentes porque eran temas que se veían, es decir, el conocimiento, la instrucción es peligrosa para el Estado. Da igual que sea más burdo o que sea más sofisticado como hoy día, cuanto más ignorante colectivamente y más se puede aislar o hacer inofensivo a la persona culta o, digamos, a la persona que tiene capacidad para poder pensar lo que elegir, si a-b-c, dependiendo de las capacidades de cada uno, eso se convertirá en más problemático y si es problemático llegará un momento en que hará falta deshacerse de él. La sofisticación en eso pueden ser miles, antes y ahora. Antes podía parecer una represión más bruta. La compra, por ejemplo, ha existido siempre, la compra de la persona preparada, sea un maestro o una persona pública, un intelectual, que pudiera ofrecer algo a la sociedad para hacerla pensar; siempre ha existido, la integración o la marginación o la persecución de este tipo de personas es algo que siempre se ha llevado a cabo. Y esto no es una peculiaridad española. La realidad española puede ser diferente en lo que no se acepta como diferencia porque se niega, en que hubo una revolución social diferente a la que había sido la rusa como la más cercana y, por supuesto, a las revoluciones burguesas del siglo XIX y a las revoluciones anteriores en Francia y Estados Unidos. Que era otro tipo revolucionario distinto.

     Volviendo a esas escuelas y a Sánchez Rosa, en el libro mencionas un poco los libros que utilizaba y los métodos que utilizaba en su escuela como el teatro o la exposición oral. ¿Conoces algo sobre cómo podía ser el desarrollo de sus clases, podrías darnos algunas pinceladas sobre su día de clase?

     Para lo que sería hoy día y por la gente que todavía vive y que asistió a la escuela de Sánchez Rosa en la calle Enladrillada y que ha transmitido su experiencia, yo creo que tenían que ser clases bastante convencionales, es decir, que no ponía las mesas en redondo y decía vamos a hacer una puesta en común colectiva. El maestro era el que transmitía unos conocimientos y una serie de valores diferentes a los que se te podía dar en las escuelas oficiales y en el mundo eclesial. Otra cosa distinta es que practicaran cosas que no eran ni siquiera propias del mundo más tradicional, como podían ser las salidas al campo, las excursiones, la creación de un boletín elaborado por los maestros, el considerar que enseñar juntos a niños y niñas no era malo, que practicar el naturismo no era ninguna depravación… Pero por lo demás eran clases convencionales. Hay testimonios que comentan lo bueno que eran los maestros de la escuela de Enladrillada, y otros que recalcan lo rectos que también eran, o sea que podían incluso dar una imagen del maestro firme muy diferente de lo que hoy día podría ser un maestro o profesor dialogante.

     Si tuvieras que elegir alguno de sus diálogos o escritos, ¿cuál es tu preferido?

     A mí me parece enternecedor el de las tres niñas, “Entre amiguitas: Azucena, Dalia y Camelia”, aunque mucho más profundo sería el “Diálogo sobre la Enseñanza Racionalista. Los dos profesores”, entre un maestro racionalista y un maestro oficial. Es que son distintos, unos tienen vocación más de cuento, como “Inocencio y Candidito”, y van dirigidos al público infantil, un diálogo entre el hijo del propietario y el hijo del trabajador. También es interesante “Bienvenida” que es un tipo de novela ideal, antes de que estas novelas se editasen, que es un cuento largo y que va dedicado más a las personas que asistían a la escuela nocturna, un cuento dedicado más a los adultos.

     Y ya para terminar, ¿cuál es la actualidad de Sánchez Rosa en el anarquismo actual?

     Yo creo que Sánchez Rosa sigue siendo aún desconocido incluso para los que se consideran anarquistas. Uno de los grandes problemas que han tenido las ideas libertarias, desde 1976 en adelante, es que su propio mundo cultural, a pesar del gran esfuerzo que se ha hecho, se desconoce, incluso en parte del mundo libertario. Y no solamente por esa ruptura generacional, que también, entre la juventud de la España del interior, hablando en términos generales. Siempre encontraremos jóvenes de los años 60, del interior, que tuvieron contacto con los círculos anarquistas, pero me refiero a que la influencia en general a partir de los años 60 es muy reducida, con lo cual la gente que se ha ido incorporando a partir de la muerte de Franco no está inmersa en esa presencia y en esa tradición cultural libertaria que sí había existido en España. Entonces, por un lado, ha habido un corte de lo que hablábamos antes, de ese hilo rojinegro que prácticamente se rompió a finales de los años cincuenta, en el contexto del desarrollismo franquista, de la aparición de las nuevas generaciones en el mundo laboral, de la separación del exilio y del interior, pero también porque a partir de los años sesenta en adelante va a ser sustituida esa presencia de las ideas libertarias, no solamente en el mundo libertario, sino también en el mundo republicano, en el mundo universitario e intelectual, va a ser paulatinamente sustituida por las ideas marxistas. Los profesores modernos del momento van a ser profesores marxistas, no profesores cercanos al anarquismo o profesores republicanos que miran más hacia el mundo anarquista que al marxista. Cuando hablo del profesorado marxista me estoy refiriendo al marxismo occidental, profesores que se han formado o han conocido el marxismo en Francia o en Inglaterra, ligados a la escuela de Annales o a Hobsbawn o Thompson. Entonces, claro, la educación y la percepción cultural distinta del franquismo que va a ir recibiendo todas esas nuevas generaciones no va a estar enfocada hacia el anarquismo, sino en ese mundo. Todo eso lo va a resentir el anarquismo, no va a desaparecer, pero incluso dentro de los círculos anarquistas o simplemente cercanos a los ideales libertarios, toda esa tradición cultural falta, ese conocimiento de su propia tradición falta.
     También es cierto que sería ilusorio, incluso un poco estúpido, pensar que nada ha cambiado y que se pueden retomar las cuestiones, las prácticas, los planteamientos y las soluciones de hace cien años a la actualidad. Pero sí es cierto, en mi opinión, que en el momento social y en el contexto mundial en el que nos encontramos, donde hay un agotamiento tanto de las ideas del capital, aunque siga ganando e imponiéndose como el modelo social dominante, como hay una crisis de ideas entre los que piensan que es necesario una transformación social. Hay una necesidad de reestructuración y de reelaboración de esos modelos y de los medios para lograr una determinada finalidad. En ese mundo, donde de alguna forma se toman principios libertarios o que se puedan parecer a los principios anarquistas de los que hemos estado hablando, del siglo XIX o de la revolución española, se nota una falta de articulación por desconocimiento de lo que fue esa revolución española. Escuchas, por ejemplo, a gente que dice 'nosotros creemos en la educación como Sánchez Rosa', pero ¿qué saben de Sánchez Rosa? Yo no digo que sea por culpa de los propios anarquistas, porque han hecho un trabajo inmenso y muchas veces con escasos resultados prácticos, pero que está ahí, sino que hay que tener presente esa casi ruptura del hijo rojinegro, sustituido en todo caso por el hilo rojo pálido del marxismo occidental que al final se transforma en nada. Habría que añadir también que la propia importancia del movimiento anarquista en España, con sus tradiciones organizativas, sus valedores de la ortodoxia, sus heterodoxos, etc, también significan palos en la rueda del desarrollo de las ideas anarquistas; es mucho más fácil, por ejemplo, integrarse en una ciudad sin pasado ni tradición ni cosas que manden mucho que en otra ciudad en que tenga todo eso, es mucho más difícil integrarse en Sevilla que en Madrid; pues para la nueva adaptación, para los nuevos planteamientos y la adaptación de esos planteamientos anarquistas al siglo XXI, la existencia de una tradición tan poderosa y  tan fuerte como la que existe en España, a veces, más que una ayuda puede ser un inconveniente, aunque también es verdad que de las equivocaciones puede surgir el acierto. Pero bueno, eso ya es otra historia…

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