lunes, 3 de mayo de 2010

José Sánchez Rosa (I): Un hombre bueno

     José Sánchez Rosa es el nombre de una calle en Grazalema y de otra en Sevilla. En el pueblo gaditano hay también un busto suyo que preside la Asamblea municipal y en la capital hispalense un Centro de Educación de Adultos lleva su nombre. ¿Quién fue este personaje?
     José Sánchez Rosa (Grazalema, 1864-Sevilla, 1936) fue el hijo de un zapatero que muy pronto comenzó a estar presente en la dinámica del asociacionismo obrero gaditano. Gozaba de una excelente reputación como lector de prensa obrera y solía leer en público muchos artículos para la divulgación del ideal entre las clases trabajadoras. A los 18 años ya fue detenido junto a otros miembros de la Internacional a raíz de la oleada de represión que se produjo por la serranía gaditana a fines de 1882. Diez años más tarde volvería a ser detenido por considerársele una figura destacada del asalto campesino a Jerez y pasaría casi una década en la cárcel, hasta su indulto en 1901. Desde ese momento, Sánchez Rosa va a desarrollar una intensa actividad como militante obrero, propagandista ácrata y maestro.
     Tras su paso por el Campo de Gibraltar y por Aznalcóllar, donde trabajó como maestro en las escuelas dependientes de las sociedades obreras y donde completaba sus ingresos con el oficio de zapatero, recaló definitivamente en Sevilla en el verano de 1911, donde abrirá junto a su compañera Ana Villalobos, también maestra, y su hija Paca una escuela en la calle Pagés del Corro y posteriormente trasladada a la calle Enladrillada, donde permanecerá hasta 1936, cuando los golpistas sublevados contra la República lo saquen de su casa y lo asesinen. A esta escuela acudían niños entre tres y diez años por la mañana y adultos por la noche. Durante estos años, Sánchez Rosa estuvo también muy implicado en la organización del anarcosindicalismo sevillano.
     José Sánchez Rosa participó en numerosas giras de propaganda como orador para sembrar la semilla libertaria por la geografía andaluza y española. Fue además un gran escritor de folletos que tuvo siempre muy claro para quién escribía y para qué: para las clases trabajadoras y para ofrecerles herramientas que les ayudaran a comprender el mundo y así poder transformarlo. Tres obras suyas se convirtieron en libros imprescindibles en cualquier centro de tendencia libertaria: La aritmética del obrero, La gramática del obrero y El abogado del obrero.
     En uno de sus últimos escritos, "Paso libre a la Anarquía", publicado en el periódico CNT en octubre de 1933, Sánchez Rosa "se declaraba anarquista, es decir defensor de la verdadera libertad del género humano. Porque vivir en Anarquía significaba que nadie sería amo de nadie, que todos los hombres serían iguales al no depender de leyes artificiales, sino de las de la Naturaleza. El comunismo libertario, el sistema económico anárquico, pondría en posesión de todos la tierra y los tesoros que albergaba en sus entrañas, las demás riquezas naturales y todos los instrumentos de trabajo como máquinas, ferrocarriles y medios de comunicación. Acabaría así la 'inicua propiedad privada', que sería sustituida por la propiedad común, el libre acuerdo y el apoyo mutuo. Una sociedad en la que se organizaría la producción y el consumo de forma que a nadie le faltara de cuanto necesitara para vivir. La Anarquía era la única posibilidad que le quedaba a la humanidad una vez que monárquicos, republicanos, socialistas de Estado y comunistas estatales habían demostrado que nada bueno se podía esperar de ellos: sólo querían escalar el Poder, valiéndose de cualquier medio e incumpliendo toda clase de promesas. Es lo que estaba pasando con la República española. Hacía más de dos años que se había implantado y, quienes confiaban que ella les iba a garantizar la libertad individual, medios de vida, trabajo y bienestar, ya estaban desengañados"
     Estas últimas palabras pertenecen al historiador José Luis Gutiérrez Molina, cuya obra es imprescindible para conocer la evolución y las características del anarquismo en Andalucía. En 2005, publicó en la editorial Treveris-Libre Pensamiento un estudio que rescata y profundiza en la figura y obra de Sánchez Rosa: La tiza, la tinta y la palabra. José Sánchez Rosa, maestro y anarquista andaluz (1864-1936). El libro consta de dos partes: La vida de un anarquista, donde Gutiérrez Molina hace un recorrido biográfico de Sánchez Rosa dentro del contexto social de este período; y La obra de un anarquista: los folletos, que recoge los principales folletos escritos por Sánchez Rosa.
     Me puse en contacto con José Luis Gutiérrez Molina, siempre amable y dispuesto a colaborar, para hablar acerca del libro, de Sánchez Rosa, del anarquismo y de la educación. A lo largo de esta semana, publicaré en dos partes el resultado de dicha entrevista. 
     De la introducción del libro entresaco también las siguientes palabras que Gutiérrez Molina dedica a Sánchez Rosa: "Hombre de su tiempo, tuvo una confianza infinita en el progreso científico y en la capacidad humana para alejarse del mal. Hoy, algunos, podrán tacharle de ingenuo o, como se ha hecho, de desequilibrado; sin embargo, nadie podrá negarle su bondad, y tiene su vida tal grado de coherencia que no puede evitarse mirarle con simpatía. Sánchez Rosa fue, ante todo, un hombre bueno. Incluso en los artículos más encendidos que escribió, en los diálogos de sus folletos, siempre queda abierta la puerta de la confianza en la bondad natural del ser humano, en el apoyo mutuo y no en la competencia que es como avanza y alcanza su mayor plenitud. Quizás ahí resida la razón por la que el Estado, el Leviatán, tuviera la configuración que tuviera, nunca ignoró su figura. Monarquía, República y Dictadura fascista no se olvidaron de él. Lo condenaron, lo encarcelaron, lo desterraron y, finalmente, lo mataron. Era su presencia, su ejemplo, su propaganda por el hecho, lo que le convertía en peligroso".


[Los datos y citas de esta entrada están elaborados a partir de la introducción del libro de Gutiérrez Molina. Las dos citas en páginas 113-114 y 13 respectivamente]



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