jueves, 6 de diciembre de 2012

El anarquismo explicado a la abuela... Con Michael Onfray

     En este extracto de una conferencia, el filósofo francés Michael Onfray reflexiona acerca de algunos lugares comunes del pensamiento anarquista y cuestiona la aceptación acrítica de algunos principios libertarios, tales como el rechazo del Estado per se, la participación en las elecciones y la fetichización del capitalismo. Onfray defiende la necesidad de afinar conceptos en lugar de asumir dogmas si lo que se quiere es un anarquismo vivo en el presente: 



     [Comparto con Onfray buena parte de los dos primeros argumentos de su intervención y, en la estela de Ricardo Mella, creo que hay que combatir todo dogmatismo, incluido el del rebaño anarquista. Lo que me cuesta más aceptar es la identificación simplista que hace el filósofo francés del capitalismo con cualquier tipo de creación de riqueza y valor o de intercambio económico. En la línea de muchos ecosocialistas, no creo que sea posible una sociedad de capitalismo verde y, por supuesto, tampoco una de capitalismo libertario. El sistema capitalista, en cualquiera de sus vertientes, ensalza la lógica del máximo beneficio a costa de otros valores económicos, sociales y ambientales, así como la acumulación de beneficios en pocas manos. Dicho de otro modo, me parece imposible si se aspira a un modelo de sociedad libertaria y ecológica en sentido fuerte, hacerlo dentro del modelo capitalista –aunque haya unos capitalismos más decentes que otros–.]

7 comentarios:

  1. Hola Raúl,
    con cierta perplejidad he atendido a las afirmaciones (no las puedo llamar argumentos) de …. Tal vez mi desconocimiento de su obra me hace percibir su discurso como en exceso apodíptico y carente de argumentación, y sus caracterizaciones de “dogmatismo”, “rigidez”, etc. más bien me remiten a la fácil retórica de la descalificación. Pensé primero conocerlo un poco antes de responder, pero obligaciones más prosaicas (y por ello más urgentes) me lo impiden, así que me decido a lanzar este comentario así a vuelapluma. Al fin y al cabo, son mis reflexiones sobre lo que en el vídeo se dice, y no sobre lo que traerá en ese libro “para abuelas” o en otros, sin duda muy meritorios... Y es que el anarquismo que presenta es una versión que efectivamente podría cautivar a algunas abuelas modernas y progres, pero yo al oírlo no podía dejar de pensar en otras abuelas, aquellas que tú entrevistas en tu “Sociología y anarquismo”, que sí que se asustarían, las pobres...
    Vamos por partes:
    1) sobre las hipotéticas “bondades” de “algunos” tipos de estado, se puede discutir lo que se quiera. Pero que el anarquismo acepte un estado es una contradicción inasumible, la propia definición de esta filosofía política se basa en su rechazo. Que se quiera aceptar por diversos conceptos, vale, pero desde luego eso no será “anarquismo”. Si a eso Onfray quiere llamarlo “dogma”, “verdad d catecismo” o con otras descalificaciones, lo mismo podría decirse de su apelación al “espíritu anarquista”. ¿Dónde está eso? En todo caso, poniéndonos platónicos como él lo hace a su pesar, estaría en el rechazo a cualquier forma de poder.
    La función del estado para “vehicular” y “redistribuir” los impuestos es, desde luego, fundamental en la definción del estado, y no hay estado moderno que no comience, precisamente, por la exancion fiscal. Pero que un anarquista se tenga que avenir con eso en aras de “ciertos beneficios sociales” es algo muy discutible. Ni tampoco es necesario un estado para otras funciones como “decidir si un crédito va aquí o allá”, etc. Cualquier decisión política en un medio libertario es función, digo yo, de la asamblea...
    Que el estado “bien podría ser el instrumento que defendiera a los desposeídos, etc.” me parece aun más utópico que una organización anarquista.
    Otra cosa es que, y tal vez eso es lo que Onfray torpemente quisiera defender, algunas formas de estado regulan, a veces, algunas cuestiones que parcialmente puedan favorecer a los trabajadores, siempre de manera tangencial y sujeta siempre a su revocación por parte de la reacción (como nos ocurre ahora). Y que en eso, aunque no se acepte el estado, se pueda incidir de alguna manera. Y eso nos lleva a la segunda cuestión.

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  2. 2) fundamental en el anarquismo es también el rechazo del politicismo, del sistema de partidos políticos y de las elecciones. Que a veces se pueda incidir en ellas, participar a título personal y en conciencia, nadie lo niega, pero que el anarquismo se pliegue a ello y participe de su mecanismo es también un despropósito. Que haya medios que se quieran llamar más o menos “libertarios” que se lo permitan, es una cuestión de definición y tampoco me interesa mucho quién se lleva o no el título de anarquista; la AIT en eso es muy clara, y no me refiero con eso a ninguna “autoridad divina” ni nada de eso, pero sí a una tradición muy clara del anarquismo (no la única, ni mucho menos). Lo mismo puede decirse de la participación en otras instancias de poder, elecciones sindicales, etc. La verdad es que ejemplos hay muchos, y actuales, y desgraciadamente no dejan de mostrar los mismos defectos que cualquier otro tipo de participación en el poder.
    No sé si la consecución de muchos de los beneficios sociales a los que Onfray se refiere se deben al sufragio del pueblo, o más bien han sido concesiones obtenidas por medio de la presión social, de la lucha en la calle, de la amenaza que puede suponer un pueblo sublevado: los inicios de la regulación en materia laboral más bien parecen apuntar a eso. Y en cualquier caso, la acción directa (otro “dogma” que tal vez espante al filósofo) así lo pretende, como herramienta anarquista fundamental.

    3) en cuanto al capitalismo, ya tú lo has explicado bien. Yo trasladaría lo que dices también a la cuestión del estado.

    En cualquier caso, y para resumir estas apresuradas y desmañadas notas, las propuestas de Onfray me parecen destinadas a desanarquizar el anarquismo... lícito o no, deseable o detestable, que cada cual lo juzgue, pero desde luego no me parece el mejor ataque confundir los principios fundamentales con los “dogmas inmanentes” o como quiera llamarlos. Todas estas cuestiones son objeto de amplio y permanente debate en los medios anarquistas, y nadie, que yo sepa, los acepta sin reflexión.

    Y ya me vale... ¡salud!

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  3. Hola Rafa, gracias por tus comentarios y aportaciones al debate. No es Onfray uno de mis filósofos de cabecera –por lo que dice y por cómo lo dice–, pero creo sin embargo que el vídeo aporta algunos elementos interesantes para el debate alrededor del anarquismo. Tampoco son temas nuevos, están presentes desde hace mucho tiempo en los debates libertarios. En los temas que aborda el filósofo francés, prefiero las reflexiones del anarquista italiano Merlino (sumamente recomendable su debate con Malatesta a finales del siglo XIX) y las más recientes de Chomsky.
    Respecto a la participación electoral, creo con Merlino que los socialistas libertarios no tienen necesidad de candidatos propios, puesto que no aspiran al poder –sino a disolverlo lo más posible–, y que el voto no es sino un elemento más de lucha, pero ni mucho menos el más importante. La lucha de los anarquistas está en la sociedad, en la calle, en los lugares de trabajo, de ocio, de educación, de cultura, de cuidados, etc. Sin embargo, eso no impide participar, por ejemplo, para evitar la llegada al poder de gobernantes con planteamientos reaccionarios y conservadores.

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  4. En cuanto al Estado, comparto las ideas de Noam Chomsky sobre no considerar al Estado social como un enemigo a combatir –aunque no sea tampoco el modelo al que aspira una sociedad libertaria– y transcribo una larga cita suya de una entrevista que le hicieron en Brasil en 1996:
    "En un capítulo de este libro -Objetivos y perspectivas, págs. 151-183, dices que, como anarquista, tu objetivo a largo plazo es la abolición del Estado, pero que tus "objetivos a corto plazo son defender e, incluso, reforzar elementos de la autoridad del Estado (…) obstaculizar los denodados esfuerzos dirigidos a dar marcha atrás al progreso logrado en la expansión de la democracia y los derechos humanos". ¿Qué quieres decir cuando hablas de reforzar el Estado? ¿Te refieres a una participación efectiva en el Estado, como el hecho de votar por los demócratas o por el Partido dos Trabalhadores? Y si no es así, ¿dónde trazas la línea de separación?

    Esa frase la pronuncié en una charla dada en una asamblea anarquista. Desde mi punto de vista, los movimientos libertarios han sido muy miopes al practicar su doctrina con rigidez, sin preocuparse por las consecuencias humanas. Es perfectamente adecuado…, quiero decir, desde mi punto de vista y del de unos pocos más, considerar el Estado como una institución ilegítima, pero de ahí no se deduce que no debamos apoyarlo. A veces, si no apoyamos esa institución ilegítima, se impondrá otra que lo será aún más. Por tanto, si nos preocupa el pueblo… Pero seamos más concretos; fijémonos en Estados Unidos. Hay un sector estatal que hace cosas atroces, pero el Estado también realiza algunas acciones buenas. Como consecuencia de siglos de luchas populares generalizadas, existe un sistema asistencial mínimo que ayuda a las madres y los niños pobres. Este sistema está siendo atacado en un intento por reducir el Estado al mínimo. Ahora bien, no parece que los anarquistas sean capaces de entender que deben apoyar dicho sistema, y se unen a la ultraderecha diciendo: "Tenemos que reducir el Estado al mínimo", lo que significa poner más poder en manos de las tiranías privadas, que no rinden cuentas al pueblo y son puramente totalitarias.
    Esta actitud recuerda en cierto modo a un antiguo lema del Partido Comunista de comienzos de la década de 1930 que decía: "Cuanto peor, mejor". Hubo una época en que el Partido Comunista se negaba a combatir el fascismo partiendo de la teoría de que quien lo combatía se unía a los socialdemócratas, que eran mala gente, así que, "cuanto peor, mejor". Ésa era la consigna que recuerdo de mi infancia. Pues bien, consiguieron lo peor: Hitler. Si uno se preocupa porque los niños de siete años tengan qué comer, apoyará al sector estatal en ese punto, reconociendo al mismo tiempo que, a la larga, es una institución ilegítima. Sé que a muchos les resultará difícil encararse con ese hecho; en cuanto a mí, la izquierda me critica constantemente por no ser un hombre de principios. Para esas personas, tener principios quiere decir oponerse al sector estatal, aunque en la situación actual esa oposición signifique dejar el poder en manos de organizaciones privadas totalitarias encantadas de ver cómo los niños mueren de hambre. Creo que, si queremos pensar de manera constructiva sobre los problemas del futuro, debemos ser capaces de tener en cuenta esas ideas. En realidad, proteger hoy el sector estatal constituye un paso hacia la abolición del Estado, pues de ese modo se mantiene un terreno de debate público en el que la gente puede participar, organizarse e influir en política, etc., aunque sea de manera limitada. Si eliminamos esto, regresaremos a (…) una dictadura, a una dictadura privada, por así decirlo, cosa que difícilmente podrá ser un paso hacia la liberación".
    Noam Chomsky. Sobre el anarquismo, intro cap.8, El anarquismo, los intelectuales y el Estado

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  5. Claro, Raúl.
    Apoyar ciertas cosas que hoy por hoy se ofrecen o mantienen desde el estado, no quiere decir que se deje de aspirar, en el largo camino a una sociedad libertaria, a su desaparición. Me son conocidos, algunos por ti mismo, los argumentos a que te refieres, que en gran medida comparto. No es así como lo expone Onfray, pero desde luego que suscitan debate... nosotros ya lo tenemos, y supongo que no tardará mucho en andar por ahí (si lo encuentro por algún foro -alasbarricadas, etc.- te aviso).
    Defender derechos no implica defender a una forma de gobierno que, coyunturalmente garantiza esos derechos junto a un sinfin de resticciones y represiones.
    De hecho, organizaciones anarquistas participan ahora mismo, siempre por decisión de sus miembros y tras el debate correspondiente, en luchas que defienden ciertos beneficios sociales estatales que están siendo atacados. Por centrarnos en nuestro campo más inmediato, todos combatimos ahora por la educación pública, para que siga siendo igualitaria, o pueda serlo más, o al menos no vuelva a ser peor... y, al mismo tiempo, no dejas de desear y perseguir una escuela autogestionada y libre de verdad. Yo defiendo la escuela pública, sin defender el modelo de estado que la sustenta. Tal vez sea una contradicción, pero a estas alturas ya hemos aprendido a vivir con ellas.
    Un ejemplo inmediato de lo que digo, convocatoria para mañana: http://cordoba.cnt.es/node/1030
    salud!

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  7. Cuando hablamos de servicios públicos, sea salud o educación, sin dejar de ser crítico con sus estructuras, entiendo que en una sociedad libertaria, dichos servicios tienen que seguir existiendo, por lo tanto, no los considero Estado, el Estado es la violencia piramidal que tiene secuestrado dichos servicios, como también todo el territorio, y considero coherente para los anarquistas luchar contra las privatizaciones cubiertas y encubiertas porque estas al igual que casi todo lo que impulsa el Estado y la clase dominante responde a intereses mezquinos contra la mayoría de la población.

    Respecto al Video, en el anterior comentario emití un juicio bastante apresurado, el cual borré, para explicarlo mejor y en frío: Al menos lo que vi del vídeo no se diferencia en nada frente al discurso de la socialdemocracia progre de las ONGs y de los pequeños partidos. El extracto de la conferencia no es otra cosa que una invitación a la participación en la institucionalidad dominante y en efecto, un propagandista de la conciliación de clases; Cuando habla del Estado, su discurso está demasiado influenciado por su limitada visión europea, “olvida” que el Estado en distintos lugares del mundo (¿y en Europa no?) es una máquina de matar, torturar y robar a las personas. Y claro, él es Europeo pero también si es un filosofo cercano a las ideas libertarias supongo que su discurso político es la vez internacionalista, por lo mismo es que considero grave, para mi gusto, su falta de tino al emitir su visión sobre la política anarquista.

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