sábado, 4 de diciembre de 2010

¿Para qué sirven las prisiones?



     I. 

     64.600: número de presos en España.

     II. 

     "Es cierto que España está a la cabeza de los países de nuestro entorno en población reclusa pese a tener una tasa de criminalidad baja. Esta paradoja es el resultado de que nuestras leyes son severas y de que las condenas se cumplen íntegras. Sin embargo, la sociedad española cree erróneamente que las leyes son poco duras y que los presos salen a la calle sin cumplir sus penas. Eso explica esa continua demanda social al legislador para que endurezca las leyes en una dinámica perversa en la que lo único que parece preocupar a la gente es que una persona cumpla la condena que le han impuesto y no si va a volver a reincidir cuando salga a la calle. Se ha olvidado que el objetivo de la cárcel es reinsertar, y no la venganza". Mercedes Gallizo, Secretaria General de Instituciones Penitenciarias (entrevista completa en Público).

     III.

     El presidente del PP, Mariano Rajoy, ha prometido a los padres de Marta del Castillo que si llega a ser presidente del Gobierno realizará una modificación del Código Penal que incluya la Prisión Permanente Revisable.

     IV.

     Otra promesa de Mariano Rajoy: llevar al Congreso el endurecimiento de la Ley del Menor.

     V.

     1886. El geógrafo y príncipe anarquista Piotr Korpotkin sale de la cárcel de Clairvaux. Su paso por diferentes prisiones de Rusia y Francia le impulsa a escribir Las prisiones para intentar dar respuesta a las siguientes cuestiones: "¿Es justa la muerte, es justo el presidio? ¿Se consigue con ellos el doble fin que trátase de obtener: impedir que se repita el acto antisocial y tornar mejor al hombre que se hiciera culpable de un acto de violencia contra su semejante? Y, para concluir, ¿qué significa la palabra culpable, con tanta frecuencia empleada, sin que hasta la fecha se haya intentado decir en qué consiste la culpabilidad?"
     El resultado es una crítica demoledora a la pena de muerte y al sistema carcelario, así como una apuesta decidida por la abolición de las prisiones. En sus páginas finales, Kropotkin escribe: 
     "La prisión no impide que los actos antisociales se produzcan; por el contrario, aumenta su número. No mejora a los que van a parar a ella. Refórmesela tanto como se quiera, siempre será una privación de libertad, un medio ficticio como el convento, que torna al prisionero cada vez menos propio para la vida en sociedad. No consigue lo que se propone. Mancha a la sociedad. Debe desaparecer.
     Es un resto de barbarie, con mezcla de filantropismo jesuítico; y el primer deber de la Revolución será derribar las prisiones; esos monumentos de la hipocresía y de la vileza humana"
.

     
     VI.

     Una persona que pasó varios años en prisión me cuenta: Si tienes suerte, una vez que estás fuera tardas el mismo tiempo que has pasado dentro para comenzar de nuevo a vivir con dignidad. Cuando estás en la cárcel, te das cuenta que la mayoría de los que salen vuelven a entrar al poco tiempo de salir. Ya no saben vivir en libertad.

     VII.

     ¿Para qué sirven las cárceles? Así se titula uno de los capítulos de Sociología de las instituciones. Bases sociales y culturales de la conducta (ediciones Morata, 2009), escrito por los sociólogos Fernando Álvarez-Uría y Julia Varela. "A diferencia de las nuevas tecnologías, las culturas juveniles, el corporativismo, la sociología electoral o las encuestas de opinión, las cárceles no parecen despertar en la actualidad un gran interés entre los sociólogos españoles. Los trabajos sobre las poblaciones reclusas y las instituciones totales no abundan entre nosotros quizás porque resultarían difícilmente armonizables con esas dos grandes fuentes de motivación de las producciones sociológicas que, en la actualidad, son el prestigio académico y las demandas del mercado". 
     Para responder a la pregunta que da título al capítulo, Álvarez-Uría y Varela se sirven de algunas de las investigaciones más representativas y lúcidas acerca del universo carcelario: desde los trabajos pioneros de Alexis de Tocqueville en la primera mitad del siglo XIX, pasando por las investigaciones de George Rusche y Otto Kirchheimer, Erving Goffman y Michel Foucault, hasta los más recientes de Louk Hulsman y Loïc Wacquant. Éste último, profesor de sociología en la Universidad de Berkeley, en su libro Las cárceles de la miseria  vincula las políticas neoliberales de mercantilización del trabajo y desmantelamiento del Estado social con el refuerzo del Estado penal. Wacquant muestra en su estudio el incremento continuo de la población reclusa en los Estados Unidos durante los últimos veinte años, especialmente de jóvenes negros e hispanos.
     "Las prisiones -concluyen Álvarez-Uría y Varela-, más allá de su terrible pesadez y del temor real e imaginario que engendran, son, a pesar de su aparente inmovilismo, la expresión misma de la violencia estatal desplegada en el tiempo y en el espacio en nombre de la racionalidad y de la seguridad. Su simple existencia es en la actualidad la más clara expresión del fracaso de los proyectos de libertad y de igualdad" (...) "Las sociologías críticas del sistema penitenciario han contribuido a mostrar que, lejos de estar al servicio de la democracia, esos recintos cerrados, en dónde existen celdas de castigo, al igual que en las mazmorras del Antiguo Régimen, no sirven en realidad para combatir el delito pues los grandes delincuentes no van nunca a la cárcel y menos aún para reinsertar a los delincuentes, sirven en realidad para castigar la disidencia de los pobres, sacralizar la propiedad privada y perpetuar la ficción de que el orden capitalista es un orden conforme a derecho, por lo que el derecho instituido coincide con la justicia. Las cárceles de la miseria no sirven a la democracia sino a la perpetuación del capitalismo". 

3 comentarios:

  1. No tuve oportunidad de leer el libro SOCIOLOGÍA DE LAS INSTITUCIONES Bases sociales y culturales de la conducta que parece muy interesante no solo por el capitulo dedicado a las cárceles sino por su contenido en general.
    Sobre el tema de las cárceles me voy a quedar con varios puntos de la entrada que publicaste para empezar se nos ha olvidado que la cárcel es para reinsertar y no para venganzas y que tanto dentro como una vez fuera la persona no mejora sino todo lo contrario el paso por la cárcel le han hecho perder la dignidad.
    Y por ultimo por no ser muy extenso el rico nunca la padece y es el pobre el que la sufre.

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  2. Seguramente es cierto que las prisiones hacen más daño que beneficio a las personas que van a ellas. Hasta ahí de acuerdo. Y que una inmensa mayoría de los que salen, vuelven a entrar
    después de un tiempo. No cumple, pues, el principal objetivo: reinsertar.
    Pero no alcanzo a comprender cómo debemos corregir las conductas disruptivas, porque haberlas, haylas (como las meigas).
    Todo el mundo no obra el camino recto, aun sabiendo cuál es.
    Cierto, también, que quien más lo merecería no va.
    Ahora bien, creo que, por ejemplo, para una mujer maltratada y golpeada, la privación de libertad de su pareja es cuando menos una forma de poder seguir viviendo. No sé si el mejor lugar es una prisión, probablemente no. Pero libre no es posible...
    La libertad de uno anula la del otro.

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  3. estoy de acuerdo en `parte con los argumentos expuestos anteriormente. Definimos la carcel como el lugar donde recluyen temporalmente a las personas que violan las leyes, y cuyo objetivo que persiguen es mejorar la conductas antisociales que les impiden convivir con la sociedad, pero no todo el mundo comparte este concepto. Recientemente escuché que la carcel debería servir para proteger a la sociedad peligros de determinan ciertas conductas, es decir, cuando metemos a alguien en la carcel, lo que hacemos es quitarle de en medio, para que no entorpezca el normal transcurrir de la vida cotidiana, me pareció interpretar que la cárcel era un instrumento de salvaguardas que la sociedad tiene, y creo que este concepto lo comparte un gran mayoria de las personas.
    el problema surge no esta en la carcel sino a fuera, en la sociedad ,ya que existe personas que debido a su situación economica y social les impide seguir fácilmente las reglas del juego.

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