martes, 27 de abril de 2010

De directores escolares y capitanes de barcos


     Los nuevos cambios en la legislación educativa tienden a reforzar el papel del director en los centros de enseñanza, en detrimento de las asambleas de profesores. El director deja de ser un compañero más del claustro de profesores -que asume por un período determinado las labores de coordinación y dirección del centro- y pasa a ser un cargo más cercano a los órganos de poder político. La rotación en los cargos y el carácter asambleario dejan paso a una dirección profesionalizada que viene dispuesta a poner orden en unos centros escolares que se mueven por aguas educativas muy revueltas y que, sin una mano firme, pueden acabar naufragando. Hoy día para ser director de un centro público hay que estar habilitado por la consejería pertinente y seguir para ello una serie de cursos. Propongo como texto de discusión para esos cursos la siguiente anécdota que relata Eliseo Reclus en su escrito "El ideal anarquista" (1894):

     "Aquí me permitiré contaros un recuerdo personal. Viajábamos en uno de esos hermosos buques modernos que cortan las olas soberbiamente con la velocidad de quince a veinte nudos por hora, trazando una línea recta de continente a continente, a pesar de vientos y mareas. El aire estaba en calma, la noche era dulce y las estrellas se iban encendiendo una tras otra en el cielo negro. Se conversaba sobre la toldilla, ¿y de qué se puede hablar sino de esa eterna cuestión social que nos arrastra, que nos ahoga como la esfinge de Edipo? El reaccionario del grupo se veía apretado por sus interlocutores, todos más o menos socialistas. De repente se volvió hacia el capitán, el jefe, el amo, esperando hallar en él un defensor nato de los buenos principios: 'Usted manda aquí, su poder, ¿no es sagrado? ¿Qué sería del buque si no estuviese dirigido por su constante voluntad?'. 'No sea usted simple -respondió el capitán-, de ordinario yo no sirvo absolutamente para nada. El timonel mantiene el buque en su línea recta, dentro de algunos minutos otro le sustituirá, luego otros, y seguiremos regularmente sin mi intervención el camino acostumbrado. Abajo los fogoneros y maquinistas trabajan sin mi ayuda, sin mi parecer, y mejor que si yo me metiese a aconsejarles. Todos los gavieros y marineros saben también lo que han de hacer, y llegado el caso yo no tengo sino que concordar mi pequeña parte de trabajo con la de ellos, más penosa aunque menos retribuida que la mía. Sin duda, yo tengo la obligación de guiar el buque, ¿pero no ve usted que esto es una simple ficción? Aquí están los mapas que yo no he dibujado, la brújula que tampoco es invención mía; para nosotros han dragado el canal del puerto de donde venimos y el del puerto en donde entraremos; y este soberbio navío que lentamente se inclina sobre sus cuadernas bajo la presión de las ondas, balanceándose con majestad, impulsado poderosamente por el vapor, yo no lo he construido ¿qué soy yo aquí, entre los descubridores y los sabios, nuestros precursores, que nos enseñaron a atravesar los mares? Soy un asociado y los marineros son mis camaradas, y ustedes también, los pasajeros, porque por ustedes cabalgamos sobre las olas, y en caso de peligro contamos con ustedes para que nos ayuden fraternalmente. Nuestra obra es común, y somos solidarios los unos de los otros'. Todos callaron y yo guardé cuidadosamente en el tesoro de mi memoria las palabras de ese capitán como no hay muchos".

     Hay una característica en los escritos de Eliseo Reclus que me gusta especialmente: su mirada poética y vitalista, su creencia en que, a pesar de que las circunstancias nos sean adversas, los seres humanos podemos, mediante la colaboración solidaria y la voluntad personal, cambiar las cosas. Es así que al geógrafo francés le gusta salpicar sus escritos de ejemplos minúsculos de anarquía andante, prácticas personales y sociales que muestran que, incluso en el interior de sociedades jerárquicas y autoritarias, es posible construir la libertad:


     "Así aquel buque, aquel mundo flotante en que, por otra parte, los castigos eran desconocidos, llevaba una república modelo a través del Océano, a pesar de las chinchorrerías jerárquicas. Este no es un ejemplo aislado. Todos vosotros conoceis, por lo menos de oídas, escuelas en que el profesor, a despecho de severidades reglamentarias que jamás se aplican, tiene a todos los discípulos por amigos y afortunados colaboradores. Todo está previsto por la autoridad competente para matar a los pequeños villanos, pero su buen amigo no tiene necesidad de todo ese arsenal de medidas represivas; trata a los chicos como hombres, haciendo constantemente llamamiento a su buena voluntad, a su comprensión de las cosas, a su sentido de la justicia, y todos corresponden con su alegría. Así se encuentra constituida una minúscula sociedad anárquica, verdaderamente humana, aunque todo parece coaligado en el ambiente para impedir su nacimiento: leyes, reglamentos, malos ejemplos, inmoralidad pública.
     Grupos anarquistas surgen, pues, sin cesar, a pesar de los viejos prejuicios y del peso muerto de las costumbres antiguas. Nuestro mundo nuevo despunta alrededor de nosotros como germinaría una flora nueva bajo el detritus de las edades. No solamente no es quimérico, como se repite de continuo, sino que se muestra ya bajo mil formas, ciego es el hombre que o sepa observarlo. Por el contrario, la que es una sociedad quimérica, imposible, es seguramente el pandemónium en que vivimos"



[He utilizado el folleto editado por el Grupo Malatesta de la Federación Anarquista Ibérica, impreso en Sevilla, enero de 1998; las citas en las páginas 28-31]

miércoles, 21 de abril de 2010

Diario de Barcelona (IV): entrevista con Pere Solà

El historiador Pere Solà (Universitat Autònoma de Barcelona) es un experto conocedor de las escuelas racionalistas en Cataluña, así como de la figura y obra de Ferrer i Guàrdia. En las próximas semanas, estará en las librerías su último trabajo sobre la pedagogía libertaria. Tomamos un café con él en el Ateneu Barcelonès para conversar sobre educación, democracia y movimiento libertario.

          Yo lo que veo, por lo menos aquí en Cataluña, en la Universidad, es que en los últimos tiempos hay más grupos que se interesan por estas cuestiones. Yo creo que esto hace como 15 ó 20 años, yo he sido invitado a ir a diferentes lugares de Andalucía, a dar charlas, y allí había grupos libertarios preocupados por estas cuestiones; en cambio aquí no había. Ahora, sin embargo, en los últimos años se da todo un revival. Pienso que la principal razón sería que las condiciones objetivas seguramente hacen que los temas libertarios estén en el aire y la gente capta. Hay una gran desilusión respecto al funcionamiento de las instituciones democráticas. Hay una valoración nueva de otros canales de participación democrática, una democracia más directa.
          Por otro lado, el colapso, la disolución de la ideología comunista de estado, ha llevado quizá a que muchos jóvenes se acerquen a los planteamientos libertarios, pero de un modo poco organizado y sistemático. Una de las cosas que se echa de menos es un mayor sentido de organización y continuidad. El año pasado hubo aquí una movilización importante contra el plan de reforma educativa, de convergencia europea, el plan Bolonia. Yo participé en una  activísima plataforma de personal universitario en sintonía con los estudiantes. Y este año da la impresión de que no hubiese pasado absolutamente nada, hay una gran tranquilidad.

La Semana Trágica, la muerte de Ferrer i Guàrdia y la memoria histórica.

          Otra cosa que hubo en Barcelona este año es la organización de muchos actos referentes a la Semana Trágica. El debate sobre el centenario de la muerte de Ferrer ha quedado, sin embargo, bastante soterrado; aquí en Barcelona ha habido un poco de polémica. Una historiadora mantuvo en una revista de la Federación de Asociaciones de Vecinos la tesis de que Ferrer i Guardia era un intelectual de poca monta que copiaba y que además era una especie de conspirador petardista, así sin más; además decía, siguiendo un poco las tesis de esta historiadora americana que, en ese sentido iba bastante desenfocada, de Connelly Ullman, decía que solamente hacía copiar planteamientos de fuera, que no tenía originalidad.
          Y a esto repliqué con un artículo destacando la importancia enorme que ha tenido Ferrer, tanto simbólica como de referente del movimiento obrero en Cataluña, en España y en América Latina. Pero la verdad es que no habido mucha más repercusión… ni siquiera la Semana Trágica. Ha habido celebraciones, pero el debate sobre el papel jugado por las grandes instituciones, la monarquía, la iglesia, el ejército… no ha existido. Donde ha habido un debate interesante también ha sido en el pueblo natal de Ferrer, Alella, porque el Ayuntamiento por primera vez después de la muerte de Franco se ha planteado una rehabilitación formal de Ferrer, haciéndolo hijo adoptivo de la ciudad, y ha habido todo un movimiento, una acción popular al respecto, han participado escuelas, grupos de teatro locales… y esta medida suscitó también una oposición soterrada de cierta entidad, hasta el punto de que los grupos de la oposición han conseguido, por defectos de forma, posponer el nombramiento.
          Es verdad que son cosas simbólicas, pero que tienen su importancia; hay cosas que son muy reveladoras, aquí al lado, en la Via Laietana, frente a la Caixa, hay un monumento al banquero y político Cambó, que fue uno de los que financió el alzamiento nacional. Y en cambio el monumento a Ferrer i Guàrdia, que es otro símbolo de Cataluña, está en el extrarradio. Es curioso como en historia, los mitos y contramitos y otros prejuicios se convierten muchas veces en intemporales. Yo creo que a nivel español hay un motivo por no remover el tema Ferrer, el motivo por el cual se dice que no tiene sentido rehacer la memoria histórica, de que no vale la pena desenterrar viejos odios, que lo pasado pasado está… Y es que claro el caso Ferrer i Guàrdia es un caso clarísimo de un funcionamiento deficiente del Estado y de sus instituciones. Y es curioso como muchos académicos ahora siguen identificándose con el discurso más rancio y conservador de 1909. Yo creo que sí, que el debate cuesta… El debate sobre este tema, sobre la Escuela Moderna, no se hizo en 2001, que era cuando empezaba a tocar. Hubo poquísimos intelectuales en Barcelona que se manifestaran aquí; alguna excepción importante fue la del columnista de El País Haro Tecglen.

Próximo libro sobre la pedagogía libertaria.

          Sí, recapitulo una serie de cosas y luego intento también dialogar con esta corriente revisionista que echa tierra a la originalidad pedagógica de Ferrer y en cambio magnifica una personalidad digamos revolucionaria, pero interpretado de una forma muy negativa, como si Ferrer fuera la personificación del espíritu destructivo. La única ideología de Ferrer, se dice en este discurso, es la ideología de la destrucción. Sin tener en cuenta la evidencia de la realidad, sin contar que sin duda fue un elemento importante en la construcción de lo que ha sido la teoría y la práctica de  educación para la libertad.
          La otra cosa que interesa también es que su orientación no era una orientación desligada de los planteamientos populares obreros, sino que estaba muy vinculada a ellos, es decir, desmontar la tesis de Connelly Ullman, de este artículo en el que dice que estaba desligado de la clase obrera, que eran escuelas de elite. Sin embargo, quienes han aprovechado y siguen aprovechando más estos planteamientos son las ideologías más democráticas de participación, de acción directa, que cuestionan más el autoritarismo y el capitalismo. Me interesa situar o dimensionar esta praxis de los años diez y veinte de los sindicatos y ver lo que se hace en la actualidad.

Escuela oficial, escuela libertaria, desescolarización.

          Hay estos dos planteamientos, esta dicotomía, aprovechar la institución o dinamitarla, o usarla como una tercera vía, pero no como algo único. Ahora, también es curioso que algunos de los que después se inspiran en Ferrer, como los revolucionarios mexicanos, tienen un planteamiento muy estatista, algo así como un racionalismo educativo desde el Estado, manteniendo por ejemplo el anticlericalismo. Pero lo que no hay en esta tradición racionalista más ligada al anarcosindicalismo es una contestación de la escuela, no se discute que la institución escolar sea útil. Se da por sentado que lo es en sus formulaciones actuales, sin entrar en su carácter cerrado y tendencialmente burocrático, como un “aparato ideológico de estado”. No veo que haya una línea crítica al respecto.
          Yo creo que esta contestación llega más tarde, yo diría que sobre todo a partir de la crítica que se hace de la escuela de masas, después de la Segunda Guerra Mundial. Esta línea más crítica desescolarizadora y que comporta un reencuentro de autores como Neill, que ya hacía 30 ó 40 años que estaba haciendo cosas, desde los años 20 Summerhill ya funcionaba, pero hasta los 60 no adquieren una notoriedad estas críticas.
          Para empezar, un proyecto de escuela liberadora, racional, sólo tiene sentido en un marco de un proyecto más general, económico, político, ecológico. Y en el marco de un planteamiento de una profundización democrática, de que hay que ir más allá de los marcos institucionales. Buscar otras formas de democracia. Y esto es lo difícil. Yo no creo que sea fácil cambiar cosas, se puede, se debe cambiar a la gente… Yo no soy maximalista en este sentido, yo creo que desde la escuela se puede trabajar, no comparto las teorías esas de que el destino del profesor liberador y consciente sea hacerse el harakiri. Pero no es fácil trabajar. Es muy fácil hacer teoría, pero es difícil marcar líneas concretas porque sobre todo hay mucha discontinuidad en la gente que se mueve.

El arte, la ciencia y la pedagogía. Provocación y ejemplo.

          Lo que constato es que ha habido unos cambios muy importantes en la sensibilidad, en las relaciones colectivas; hay mucho menos sentido de la acción colectiva y mucho más individualismo, unido seguramente a una autoafirmación de la gente, de los jóvenes, que están más seguros, más informados, muy individualistas también. Y claro es difícil una acción colectiva. La acción colectiva que se puede hacer, o la acción en un sentido liberador, sin duda tiene que ser una acción más que de masas, una acción ejemplar, así como provocadora, en donde se combine el arte, la ciencia y la pedagogía. Yo creo que el arte sirve mucho para esto, por ejemplo el cine, películas que te hacen pensar, que son auténticos revulsivos mentales.
         No hay soluciones mágicas. Yo si una cosa no soy es pesimista. Creo que se puede actuar tanto a nivel intelectual como a nivel digamos más práctico en el día a día en las escuelas. De todos modos, digamos el nivel del debate hoy día no es muy alto. En este aspecto de aprovechar el arte, la pintura, la música, para hacer ver las contradicciones del sistema. No hay mucha masa crítica. Echas de menos más gente que incida, que critique, que proponga cambios… Hay una atmósfera de gran conformismo, propiciado muchas veces desde los medios de comunicación. Es el modelo de “gran consenso” de los mass media, que tan bien analiza Chomsky para América.

Pasado, presente y futuro.

          Muchas de las medidas que se están implantando en los centros educativos públicos pienso que son medidas liberticidas. Por ejemplo, esa idea de que hace falta una dirección profesionalizada, este mito de la calidad de la enseñanza, de que con más burocracia se van a arreglar muchos de los problemas. Pero es que te topas con un público que de entrada está dispuesto a creerse estas cosas.
          Hay mucho trabajo por hacer. Lo primero que hay que hacer es rescatar las experiencias del pasado, una de las experiencias más importantes educativamente hablando fue la del plan de Escuela Nueva Unificada de 1936, un plan de educación integral que preveía un sistema igualitario. Es un modelo que incluso ahora es válido, con sus defectos, ahora que se habla de recuperar la enseñanza profesional, que ha sido un fracaso, que se habla de rescatar a los que fracasan…
          Había que hacer una línea editorial de folletos que rescatara a tantos educadores libertarios como ha habido: Mella, Casasola, Torres Tribó, Sánchez Rosa, Redondo, Tapia, etc. Y no temer la discusión, es decir, del debate se hace la luz; lo que no puede ser es mitificar líneas. Aquí en Cataluña se está avanzando un poco en el sentido de la memoria histórica. [Posteriormente a esta charla, cuando reviso lo que dije en ella, constato que en una sola semana en Barcelona, y promovidos por la Fundación que lleva el nombre del fundador de la Escuela Moderna y otras entidades barcelonesas, en cuanto a Ferrer i Guàrdia, se ha dado el nombre de una calle, puesto una placa donde estuvo la Escuela Moderna y celebrado un acto institucional en la sede de la Generalitat].
          Y luego aprovechar efemérides para lanzar debates importantes, porque yo tengo la impresión de que no se ha hecho un gran debate sobre la Semana Trágica y sobre la muerte de Ferrer. Sería muy importante recuperar del olvido la experiencia del CENU y educadores libertarios del 36 como Puig Elías. Habría que ponerse de acuerdo con archivos provinciales de Girona, Lleida y hacer un acto, cuando menos, a nivel catalán. Y lo mismo a nivel español. Hombre, es una vergüenza que gente como Puig Elías –que dirigió el CENU y fue adjunto de Instrucción, con el cenetista Segundo Blanco- no tenga ningún reconocimiento a nivel público ahora, gente que organizó la educación pública y los refugiados durante la guerra civil, que han caído casi totalmente en el olvido.


sábado, 17 de abril de 2010

Feria del Libro de Granada

Ha comenzado la Feria del Libro de Granada y la Fundación Anselmo Lorenzo cuenta con un expositor en la misma. Durante los diez días de feria, la FAL ha programado tres actos para presentar cuatro libros relacionados con el movimiento libertario. Entre esos libros está Sociología y anarquismo. Análisis de una cultura política de resistencia. Viajaré a Granada para presentarlo el próximo viernes 23, a las 19:00 h. en el Centro Cultural Caja Granada Puerta Real. Será un placer encontraros por allí.

martes, 13 de abril de 2010

Educación y antimilitarismo

Desde sus comienzos, las escuelas anarquistas tenían una doble finalidad. Por una parte, luchar contra la ignorancia y erradicar el analfabetismo de las clases populares, y por otra, contribuir a la formación de los nuevos seres humanos que posibilitarían la nueva sociedad libre e igualitaria con la que soñaban. Una de las características de esa sociedad del futuro sería que las guerras dejarían de existir. Así de radical, así de necesario. Los maestros libertarios creían firmemente en que la educación podía ayudar a desterrar de la sociedad el espíritu bélico y el militarismo, organizando una escuela donde los niños y adolescentes cultivaran una moral pacifista y una conciencia antimilitarista. 
La Escuela Moderna, por ejemplo, publicó en este sentido una selección de textos de lectura y reflexión titulado Cuaderno manuscrito. Recapitulación de pensamientos antimilitaristas (1903), en cuya introducción se pueden leer las siguientes palabras de Ferrer i Guardia: "... la guerra es la más criminal aberración de los hombres, y el militarismo, la reunión de sus ejecutantes; ambos sostienen el privilegio dominante en la sociedad actual; y pongan empeño en demostrar que la paz, fundada en la justicia social, es el mayor bien a que puede aspirar la humanidad y la fraternidad de la sociedad futura, su mejor recompensa".
 
En los siguientes vídeos, Howard Zinn explica con ejemplos históricos concretos y a partir de su experiencia personal cómo el ardor guerrero no es una característica de la naturaleza humana, sino que es algo que se construye. Y, por tanto, podemos concluir que también se puede construir un espíritu de paz, una conciencia que desconfie de las guerras. Esa construcción ha de estar presente en todas las pedagogías libertarias.




sábado, 10 de abril de 2010

Agricultura, ecología, anarquismo y escuela.

1. Los anarquistas siempre han mostrado una honda preocupación por el mundo rural, por la tierra, por el campesinado. A diferencia de otros movimientos de resistencia, como el marxismo, los anarquistas sí vieron a los campesinos como agentes del cambio social. Es posiblemente una de las razones por las que el ideal libertario prendió con gran fuerza entre los campesinos de Andalucía y de otras muchas partes de España.

2. Cuando hoy día se producen debates en torno a la actualidad del anarquismo como cultura de resistencia es frecuente escuchar la pregunta ¿Qué ha quedado de todo aquel vasto movimiento anarquista de finales del siglo XIX y del primer tercio del siglo XX? Pienso que muchos de aquellos valores y de aquellas prácticas están hoy presentes en el movimiento ecologista: naturismo, apoyo mutuo, preocupación por la tierra, rechazo del consumismo exacerbado, asamblearismo, horizontalidad, internacionalismo, crítica de la democracia formal... Gracia Ventura, anarquista y mujer libre, escribió: "Muchos movimientos de hoy día me recuerdan mis años de juventud con sus reivindicaciones... Cada generación deja siempre su semilla, que las generaciones venideras recogerán sin saber de dónde viene y reivindicarán como propia. Creo que los hitoriadores llaman a esto 'memoria histórica'."

3. Preocupación por la tierra y ecologismo. Preocupación por la salud personal, social y del planeta. Agricultura y ecología. Agroecología. En la actualidad, me parece que es en los movimientos sociales que giran en torno a estas palabras donde se encuentran muchos de esos valores y de esas prácticas anarquistas de antaño. El ideal libertario sigue, pues, vivo y con mucha fuerza.

4. Piotr Kropotkin publicó en 1899 Campos, fábricas y talleres, un documentado libro donde el príncipe anarquista aboga con entusiasmo y razones más que fundadas por la descentralización de la industria, el desarrollo de una agricultura racional, la integración equilibrada de agricultura e industria, de la vida rural y urbana, de la autosuficiencia local y regional: "El volver a un estado de cosas en que se siembre el trigo y se fabriquen géneros para el uso de los mismos que lo cultivan y producen, es, indudablemente, el problema que habrá de resolverse. Cada región vendrá a ser su propia productora y consumidora de los productos agrícolas".

5. ¿Y la escuela? Kropotkin apostaba por la integración individual y local del trabajo, es decir, nada de especializaciones regionales para determinadas actividades económicas y nada de especializaciones laborales para los individuos. Una sociedad libre es aquella que puede producir para su consumo tanto los productos primarios como los manufacturados y donde cada individuo reparte sus esfuerzos entre el campo, el taller y las ideas. Para ello resultaba imprescindible un cambio pedagógico en la sociedad que fomentara una nueva educación integral capaz de preparar a los individuos en las tareas físicas y mentales, en el trabajo manual e intelectual, que fuera teórica y práctica a un mismo tiempo. Una educación que mirara de una manera especial al campo y los alimentos. "Nosotros, gentes civilizadas, lo sabemos todo; de todo tenemos opiniones formadas; en todo nos interesamos: lo que únicamente no sabemos es de dónde viene el pan que comemos (a pesar de que pretendemos no ignorarlo), cómo se cría, qué trabajo cuesta el producirlo, qué se ha hecho para aliviar ese trabajo y qué clase de hombre son esos que se encargan de alimentarnos... Sobre este punto somos más ignorantes que los salvajes, y evitamos que nuestros hijos adquieran esa clase de conocimientos, aún aquéllos que lo preferirían al fárrago de cosas inútiles con que los agobian en la escuela".



[Las dos citas de Kropotkin las he tomado de la edición de Júcar, Madrid, 1978; páginas 35 y 95]

sábado, 3 de abril de 2010

Pedagogías libertarias y La Revolución libertaria

Estos son los títulos de dos exposiciones que ha montado el sindicato libertario CGT y que ofrece gratuitamente a los centros educativos públicos para su conocimiento y difusión. Este sindicato considera que, frente a las voces que en el terreno educativo y socio-político reclaman más autoridad y disciplina, hay que "recuperar la reflexión libertaria sobre la educación y recordar algunas de las muchas experiencias que se han venido haciendo a lo largo de la historia para reivindicarlas como métodos y modelos pedagógcos todavía válidos y eficaces".


La exposición Las pedagogías libertarias consta de quince paneles que abordan, de una manera clara y didáctica, desde los principios básicos de una pedagogía libertaria, pasando por las reflexiones de los pensadores anarquistas sobre educación, para concluir con las principales experiencias prácticas llevadas a cabo por educadores libertarios en la historia y en la actualidad. Constituye un magnífico acercamiento al mundo de la educación libertaria, a sus impulsores y a sus escuelas.


La exposición La Revolución libertaria está compuesta por veintiseis paneles donde se puede hacer un seguimiento de la evolución y desarrollo del movimiento anarquista, desde sus orígenes hasta la revolución de 1936 en España, resaltando las prácticas de autogestión llevadas a cabo tanto en el campo como en la ciudad. Aborda también el rico entramado cultural que tejieron los trabajadores anarquistas: teatro, música, naturismo, libros, prensa, ateneos, organizaciones sindicales, grupos culturales...

Se puede pinchar sobre cada uno de los paneles de ambas exposiciones para agrandar su contenido.